29. Castillo de cartas

120 11 6
                                    

Cancún, 
Pablo

Tendré que hablar con mi fisioterapeuta, con la fuerza que empujé esta maldita puerta y cómoda. Tengo el hombro hecho polvo cuando logro pasar entre la puerta y la pared, ya que la cómoda sigue en el camino. Pero no tengo tiempo para quejarme, porque esto ahorita no va de mí, y el personaje principal se está vistiendo. Es que... Mierda... Le hablé de todo, menos de esto, menos de aquella noche con Ylaina. Primeramente, porque "nada" había pasado, o al menos nada que me recuerde. Ylaina me había dicho que habíamos tonteado, pero que me había pasado la noche hablando de Magali. Aun así, no había explicado nada a Magali. Primeramente, me sentía como una mierda y luego porque pensaba que esto solamente se iba a ahogar en el agujero de mi culpabilidad sin que nadie lo haya visto.

Pero no...

Y me siento como un gilipollas pensando que me pillaron como un primerizo. Tantos años jugando al santo, haciendo tanto cuidado... y ahora me pillan con "nadie".

-Magali... Por favor... -le digo mientras intento cogerla en mis brazos para hacerla parar de coger sus cosas.
-Tenemos que estar en la recepción en 20 minutos, mejor te preparas. -dice deshaciéndose de mis brazos y poniendo una toalla y un traje de baño en su mochila favorita.
-Magali... tenemos que hablar. -suspiro- No era nada. Yo estaba deprimido porque no tenía noticias tuyas, de nuevo... Pensé que ibas a desaparecer de nuevo. Me enrollaron a salir, vi a Ylaina... Y... me pasé de beber, tonteamos... pero nada pasó... -mientras las palabras salen de mi boca, sé que nada de lo que estoy diciendo está arreglando la situación, bien al contrario, pero esta es la verdad y no tengo otra manera de decirle.
-¿Quién es Ylaina? -me pregunta, mirándome con sus ojos marrones generalmente calientes y dulces, pero ahora fríos como el hielo.

La respuesta tampoco le va a gustar.

-¿Te recuerdas cuando éramos Daphnée y Juan? La chica con quién me acosté... -la veo sonreír sarcásticamente, suspirar y seguir preparando su mochila- Magali... no quiso decir nada. Te lo juro, no era nada entonces, y fue coincidencia esta vez, me pilló cuando estaba borracho, nos habremos besado ahí... luego... me desperté a su lado y me sentí como el peor de los gilipollas. Pero me dijo que nada había pasado... Que había pasado la noche entera hablando de ti.
-Hablando de mí con tu lengua en su garganta y dios sabe adónde más... ¿es eso? -me saca tirándome una almohada en la cara, y una chancla que pillo al vuelo.
-Magali... por favor... ¡Te pido de creerme! Te lo juro por lo que más amo en este mundo, coño...
-Pablo –dice, la mano en la puerta de la entrada, suspira y me mira triste, y juro que siento el mundo caerse bajo mis pies solamente con pensar que su tristeza actual, es culpa mía- Intenta ponerte en mi lugar... Vengo de ver fotos tuyas besando una chica. Y además me dices que es real y que despertaste con ella, lo que quiere decir que has dormido con otra mujer que yo... No puedo... -Suspira- Ahora me doy cuenta que eres Pablo Alboran, y esto hace de ti "la victima perfecta", estarás siempre bajo los focos de alguna manera, hasta cuando no lo estás... Y me asusta. Pero lo que más me jode, es que me has mentido, y eso casi me da ganas de vomitar -abre la puerta y antes de cerrarla la escucho decir- Que no llegues tarde...

Me dejo caer en la cama, me duele la espalda y el hombro. Pero más que nada tengo una bola en el vientre y la sensación que vengo de romper un castillo de cartas, lo que me hace pensar al sermón que mi padre siempre nos hizo: "Una relación es como un castillo de cartas, hay que ser minucioso para construirlo, tarda tiempo... Pero una pequeña acción puede romperlo. Así va con la confianza." De alguna manera siento que he roto algo en Magali, en mi Ella... Es totalmente culpa mía, aunque pueda decirle que es porque me dejó en silencio total, aun así... no soy excusable. No creo que la perdonaría si fuera ella en mi situación.

Me visto rápidamente, cojo mi mochila, que Magali ya me había preparado... Lo que me hace sentir aún más mierda. Pero también me da aún más ganas de hacer que esto funcione y hacerla entender y perdonarme.

Saturno En La TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora