-Cariño, llámame por mi nombre, que yo lo haré por el tuyo.
Choi Yeonjun, capitán del equipo de fútbol soccer, y Choi Beomgyu, capitán del equipo de baloncesto, mantienen una eterna rivalidad sin fin. Un odio que es mutuo y sin restricciones.
Ambos...
—¡Oh no! ¡El delantero estrella Choi Yeonjun acaba de fallar el penal! ¡Que lamentable! ¡Ésto deja a ambos equipos hasta el momento empatados! ¡1 a 1!.
—¡Yeonjun!— HueningKai se acercó corriendo lo más rápido que podía hacia su mejor amigo —¿Qué pasó?.
Todos lo sabían, el capitán cobraría los penales que se llegarán a demandar en el torneo. No por nada Yeonjun es considerado como el goleador estrella. Pero al parecer, éste no era su día definitivamente.
El pelinegro respiraba entrecortado y simplemente negó. No tenía explicación para la torpeza que lo absorbía completamente.
O quizá sí, tenía nombre y apellido. Aunque él lo conocía más por lo último.
Choi Beomgyu.
Ya habían pasado dos semanas desde el "incidente" del beso, y Yeonjun simplemente se dedicó a ignorar totalmente al capitán de baloncesto. Ya ni siquiera lo molestaba entre clases o iba a joderle la existencia en su cancha.
Era cómo si Beomgyu ya no existiera para él.
Pero claro, solo físicamente, porque en su mente, no había dejado de estar ni por un segundo.
¿Deseo? ¿Anhelo? ¿Curiosidad? ¿Gusto? Yeonjun no sabía que era lo que exactamente lo mantenía pensando en el basquetbolista. Antes su cerebro solo era capaz de pensar las mil y un formas de poder despotricar contra su rival, siempre viendo lo malo de Choi.
Pero ahora todo es diferente, pues los episodios que ocurrían como flashbacks por su cabeza únicamente se basaban en la bonita figura del capitán de baloncesto, en lo lindo y a la vez sexy que se ve con sus gafas puestas, en lo jodidamente irritante que luce siendo un "cerebrito", en lo increíble jugador y capitán que ha sido para con su club.
Y sobretodo, en lo extrañamente hermoso que luce aún cuándo él cree verse como un cero a la izquierda. Choi no era consciente de la belleza que portaba. Y éso no podía volver más loco al futbolista.
—Lo siento— se disculpó y levantó con decisión su mirada —Lo siento, lo siento. Me concentraré y no volveré a fallar. Lo prometo.
HueningKai lo miró preocupado, pero Yeonjun prácticamente ignoró su silenciosa pregunta y siguió su camino por toda la cancha.
Tenía un partido que ganar, no tenía tiempo ni ganas de seguir pensando en el lindo basquetbolista. Simplemente no era correcto.
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En las gradas, los tres jugadores de baloncesto se mantenían expectantes al partido de soccer.
Uno eufórico, otro tranquilo y otro preocupado. Dónde Beomgyu era éste último.
