✰Capítulo 24✰

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ARIADNA

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ARIADNA

Leone casi nunca faltaba a clases, a menos que estuviese enfermo. Por eso, cuando no llegó a la universidad ese día, me preocupé. Me había dicho que tenía un leve resfriado, y con más razón tenía que ir a verlo para poder cuidarlo. 

Obviamente no me esperaba la sorpresa que me dio cuando me abrió la puerta del apartamento. Me horroricé al ver su cara llena de moretones y cortadas, lucía como si hubiese estado en una pelea de boxeo. Él decía que estaba exagerando, pero para mí sí era algo serio.

No solo me había mentido con que tenía un resfriado, sino que me había ocultado lo que había hecho la noche anterior. Odiaba las peleas, y no me gustaba el hecho de que Leone se metiera en problemas. Entendía que lo había hecho por defender a su amigo, pero pudo haberle pasado algo y yo no lo hubiese soportado. 

Le hice prometerme que no volvería a hacer algo así, aunque Lucas quisiera seguir haciéndose el valiente ante su exnovia. Esa chica me dio mala espina desde que me hablaron de ella, quizá no la conocía de verdad, pero sentía que andaba en malos pasos.

Y lo que me contó Leone me lo confirmó. Aunque también existía la posibilidad de que estuviese amenazada. Pero ella tuvo que haber buscado ese camino y tal vez ya no pudo salir de ahí. Lo cierto era que Lucas necesitaba una explicación, no por ellos, sino por el hijo que iban a tener. 

Yo tampoco estaba convencida de que Marta hubiese interrumpido su embarazo. Lo que no apoyaba era que tuviesen tratos con gente que no conocían, no sabían qué tan peligrosos eran esos tipos con los que se toparon, y era mejor no averiguarlo.

Esperaba que Leone me hiciera caso y que no pusiera su vida en peligro de nuevo. Sabía lo que era perder a un ser querido, y no quería volver a experimentarlo. 

Como fui a buscar a Leone justo después de salir de clases, no fui a almorzar con los chicos. Así que tenía mucha hambre. Había pensado en comer en su apartamento, e iba a prepararle un caldo de pollo. Pero ya que no estaba enfermo como me había dicho, los planes habían cambiado.

—¿Y si pedimos una pizza?— le sugerí— Muero de hambre.

—Mmm, no suena mal, pero quisiera comer otra cosa.

—¿Cómo qué? Podemos pedir otra cosa, no sé, comida china...

—¿Y si mejor nos preparo algo de comer?— se mordió los labios.

—¿A esta hora? ¿No crees que ya es un poco tarde para cocinar?— mi estómago comenzó a rugir y me cubrí el abdomen con mis manos.

Leone lo notó y sonrió.

—Será algo rápido. ¿Crees que no cocinaría para mi novia luego de que viniese a verme para asegurarse de que estuviera bien?— se puso de pie y me tomó de la mano para que lo siguiera hasta la cocina.

—Bueno, ya que insistes— me levanté del sofá y caminamos hacia la cocina.

Estando allí, Leone comenzó a buscar los ingredientes en la alacena y en el refrigerador. 

Estrellas de Neón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora