✰Capítulo 8✰

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ARIADNA

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ARIADNA

Quería cambiar un poco mi rutina, necesitaba unos cambios porque no estaba dándole prioridad a lo que debía. 

Eso incluía apartar un tiempo para hablar con mi familia, no iba a poder hacerlo todos los días pero sí con más frecuencia. Empecé a llamarlos un día sí y un día no. Tenía que organizarme mejor y por eso hice una lista de las cosas que debía hacer durante el día, en toda la semana. Eso me ayudó mucho y ya podía descansar más. 

Mi problema era que quería hacer todo de una vez, y todo por miedo a perder la beca.

Llevaba dos semanas poniendo en práctica mi nueva rutina y ya no sufría tanto de estrés. Seguí acompañando a Sofí al estudio, pero ya no portaba mi computadora para trabajar mientras ella bailaba, solo cuando era necesario y tenía que terminar un proyecto con urgencia. 

Únicamente me dedicaba a verla y a veces a filmarla para fines educativos. Indudablemente me había hecho bien ese cambio. Como me repetía mi mamá muchas veces, la salud mental también es importante, y yo la estaba descuidando.

Era jueves por la mañana y me dirigía al aula cuando me percaté de que había olvidado unas copias de un trabajo de Producción audiovisual. Puede que me hubiese relajado de más y ya empezaba a olvidar cosas importantes. 

Corrí hacia la papelería a imprimir el documento, que por suerte había guardado en mi USB. Ese día me había levantado un poco tarde porque no pude dormir bien la noche anterior, pensaba que había llegado a tiempo a mi primera clase, pero ya no estaba tan segura.

No podía salir a mitad de la clase y tampoco me iba a alcanzar el tiempo para ir antes de que iniciara la segunda, que era Producción. Llegué a la papelería y por desgracia estaba súper lleno, había demasiados estudiantes esperando. Recordé que en la facultad que estaba contigua a la mía había otra papelería y me apresuré a imprimir el trabajo ahí. 

Justo cuando caminaba sobre la zona verde, sin prestar atención a nada a mi alrededor, choqué con una persona que caminaba hacia el lado opuesto.

—Lo siento— levanté la mirada y al darme cuenta de quien se trataba, pestañé varias veces por la impresión.

Era el chico del restaurante.

—No, yo lo lamento— se disculpó y luego me miró con asombro—. ¡Eh! Eres tú— elevó la comisura de sus labios.

—Em sí, soy yo— carraspeé.

—Por fin te veo. Estuve buscándote todos estos días acá en la universidad, pero nunca lograba verte.

No creía nada de lo que decía, la universidad no era tan grande para no encontrarnos. Supuse que él trataba de evitarme, además, ya no regresó al restaurante.

—¿En serio? Yo igual. Es decir, yo también esperaba verte— tartamudeé—. Mmm, ya no fuiste al restaurante.

Dios, parecía una tonta. No sabía por qué estaba tan nerviosa.

Estrellas de Neón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora