Estrellas de Neón ©

✰Capítulo 44✰

LEONE

A veces ocurren cosas que no somos capaces de comprender. 

En un momento me encontraba en un túnel oscuro, sin ninguna posibilidad de salir, y de repente, un destello de luz apareció justo donde me encontraba. 

Abrí mis ojos lentamente, sentía que los párpados me pesaban. No podía mover ni un solo músculo. Me sentía muy desorientado, lo último que recordaba era una abrumadora oscuridad que me nubló la vista. Mi desconcierto aumentó cuando caí en cuenta que me encontraba en un hospital, no sabía por qué estaba en ese lugar y por qué tenía tantos tubos conectados a mi cuerpo.

Había poca iluminación, por lo que deduje que era de noche. Al echar un vistazo en toda la habitación, noté que había otra persona conmigo. Estaba recostada en un sofá que se encontraba en una esquina. 

Parpadeé varias veces porque aún tenía la vista borrosa, y pude percatarme de que era mi madre quien se encontraba ahí durmiendo. Intenté llamarla, pero tampoco podía hablar. Nunca me había sentido tan inútil hasta ese entonces. Como no podía hacer nada más que parpadear, traté de hacer un repaso mental de los últimos sucesos de mi vida.

Tenía muchas lagunas mentales y no entendía cómo había ido a parar a un hospital. Después de varios intentos por moverme o emitir algún sonido, logré movilizar los dedos de mi mano derecha. No podía estirar la mano para alcanzar el monitor, pero junto a mí había un control remoto que supuse que era del televisor. 

Lo cogí con los dedos y cuando iba a presionar el botón de encendido, se me resbaló y cayó al suelo. Una de dos, o hizo mucho ruido al caer, o mi madre estaba pendiente del más mínimo movimiento en la habitación porque se despertó de pronto y dirigió su vista hacia mí muy asustada.

Se levantó del asiento y encendió las luces, lo cual me cegó por un instante, así que tuve que cerrar los ojos hasta que pude acostumbrarme a tanta claridad. Mientras tanto, mi madre comenzó a revisar la habitación para encontrar lo que había ocasionado el ruido, y al mirar hacia el piso, se dio cuenta de que el control se había caído a unos cuantos centímetros de la camilla. 

Se acercó con cierto temor y se agachó para recogerlo. Podía entender que tuviera un poco de miedo, yo también me hubiese sentido igual si hubiese escuchado un ruido y de la nada me encontraba con que algo se había caído sin ninguna razón.

Aprovechando que estaba en esa posición, moví los dedos una vez más buscando un modo de llamar su atención y logré tocar su cabello, ya que ella se encontraba bastante cerca de mí. El susto fue tremendo, pero después, el susto pasó a ser emoción, y esa emoción me decía que estaba muy feliz de verme y que probablemente estuve mucho tiempo inconsciente. 

Se enderezó y al ver que tenía los ojos abiertos, me mostró una mirada de sorpresa y se lanzó sobre mí para abrazarme.

—¡Leone, hijo!— chilló. Estaba seguro de que había despertado a todos los pacientes de ese hospital—. ¡Has despertado! Oh, Dios mío. ¡Esto es un milagro!— se apartó y pude observar que sus ojos se habían cristalizado— Tengo que avisarle al doctor— se dirigió hacia la puerta y salió casi corriendo.