✰Capítulo 35✰

551 93 41
                                    

ARIADNA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

ARIADNA

Menos mal que Xander me hizo caso y habló con Sofía sobre sus sentimientos por ella. 

Aunque no lo hizo el mismo día que conversamos sobre eso. Pero al final sí se atrevió a hacerlo. Me sentía igual o quizás más emocionada que ella, siempre supe que mi hermano iba a terminar enamorándose de mi mejor amiga, solo era cuestión de esperar a que sucediera. 

Durante los siguientes días, me dediqué a molestarlo porque todo el tiempo aseguró que nunca iba a tener algo más que una amistad con Sofí, y yo siempre opiné lo contrario.

Supe que Xander se lo había confesado porque Sofía no tardó mucho en avisarme. Mi hermano también me lo dijo, pero ella se le adelantó. Esa misma tarde me envió un mensaje y fue a mi casa para darme las noticias. Estaba tan feliz que me contagió su felicidad.

—Ari, de verdad no entiendo qué fue lo que pasó— balbuceó nerviosa—. ¿Cómo es que pasó de verme como un cero a la izquierda a decirme que está enamorado de mí?

—Yo siempre supe que eso iba a pasar, sabía que en el fondo Xander sentía algo por ti— la tomé de las manos mientras estábamos de pie en el jardín.

Ni siquiera esperó a que entráramos a la casa y habláramos en mi habitación, estaba muy eufórica.

—¡Está enamorado de mí! ¡Xander me quiere!— chilló, cubriéndose la boca con las dos manos.

Solté una carcajada.

—Ay amiga, en serio estás loquita por mi hermano.

—Ni te imaginas cuánto.

—Aunque se ha tardado una eternidad en confesártelo. Pero al menos lo hizo, como me aseguró que lo haría.

—¿Tú lo sabías?

—Bueno... Me lo dijo el día de su cumpleaños. Hablé con él porque quería que me explicara por qué se había ido así.

—¿Y por qué no me lo dijiste?— juntó las cejas.

—Porque le prometí que no diría nada, no podía traicionarlo de esa manera.

—Pero yo soy tu mejor amiga— recalcó, dándome un leve empujón en el hombro.

—Y él es mi hermano. Además, era mejor que te lo dijera él, ¿no crees?

—Tienes razón. Sabes, me impactó mucho que fuera a buscarme a mi casa y que me dijera todo eso.

—¿Pero cómo te lo dijo? Quiero que me lo cuentes todo— la tomé del brazo y la conduje hasta la silla colgante que teníamos en el patio.

—Bueno, le costó muchísimo decírmelo— nos sentamos—. Estaba muy nervioso y las palabras no le salían. Tuve que adivinar lo que trataba de decirme, pero después encontró la valentía para confesármelo todo.

Estrellas de Neón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora