✰Capítulo 15✰

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ARIADNA

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ARIADNA

Había transcurrido más de un mes desde que comencé con las clases de guitarra y sentía que había avanzado bastante. Leone decía que era porque aprendía rápido, pero también se debía a él. Era un buen instructor y sabía mucho sobre instrumentos. No podía negar que su pasión era la música y por eso disfrutaba tanto como yo las clases. 

Le ofrecí dinero a cambio de las clases porque era lo correcto, pero no quiso aceptarlo. Para él era como un respiro y lo ayudaba a relajarse después de tantas horas de trabajo y estudio. Y a mí también me ayudaba.

No poseía una guitarra propia porque no podía comprarla, no todavía. Entonces Leone me prestó una de las suyas, él tenía varios instrumentos en su casa, algunos los había llevado con él a España. Los había adquirido desde hace años, eran herramientas básicas que necesitaba para lo que estaba estudiando. 

Me gustaba esa guitarra, pensaba en comprársela cuando tuviese el dinero suficiente. Aunque no se lo había mencionado aún, no quería que me dijese que no y que me la diera sin pagarle nada por ella.

Me acostumbré a pasar más tiempo con él, y ya no me sentía incómoda cuando estábamos solos. Al parecer vivía con otro chico, su mejor amigo, pero nunca estaba en casa cuando yo estaba allí. No sabía si él me conocía o si Leone le había hablado de mí, pero prefería que no estuviese presente cuando yo estaba con Leone para evitar malos entendidos. 

Y vaya que a veces nos prestábamos para los malos entendidos.

Un día mientras estábamos en su apartamento, pasó algo muy raro. Bueno, yo no creí que fuese una coincidencia, pero Leone me aseguró que él no tuvo nada que ver con eso. A pesar de que solo nos reuníamos para las clases, yo no podía dejar de sentirme nerviosa por estar con él, por eso trataba de no hablar de otra cosa que no se relacionara con la música. 

Pero él quiso relajarse esa vez y descansamos un rato, traté de estar lo más relajada posible y no lo conseguí. Su cercanía no me hacía bien. Así que fui al baño para calmar mi respiración, al regresar, en la pantalla de su televisor apareció el video de la canción que bailamos en la fiesta.

Según Leone, él no tuvo nada que ver y la canción se reprodujo sola. No le creí en lo absoluto, pero minutos después ya nos encontrábamos bailando la canción otra vez. No pude decirle que no, y tampoco me arrepiento de ello. 

Temblaba como gelatina y mis emociones estaban descontroladas. Y fue peor cuando pensé que iba a besarme, aunque eso no pasó. Quizá solo me lo imaginé por la emoción del momento. Nunca lo iba a saber porque en ese instante recibí una llamada y tuve que salir casi corriendo.

Mi jefe quería hablar conmigo porque se iba de viaje y quería que yo me quedase a cargo. Era una gran responsabilidad, pero acepté porque también era una buena oportunidad para mí. Me fui del apartamento y ya no hablamos sobre el tema con Leone. 

Estrellas de Neón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora