Capítulo 1

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BIENVENIDAS AL CLARO, NOVATA

COMIENZA SU VIDA RODEADA POR FRÍA oscuridad y rancio aire polvoriento, con la alarmante sensación de estarse ahogando

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COMIENZA SU VIDA RODEADA POR FRÍA oscuridad y rancio aire polvoriento, con la alarmante sensación de estarse ahogando. De forma apresurada se pone en pie, mientras que de su boca salen jadeos cortos y ahogados. Un bandazo escalofriante sacudió el suelo debajo de sus pies y cayo por el movimiento repentino.

Como pudo se arrastró hacia atrás con ayuda de sus manos y pies. Gotas de sudor caían por su frente a pesar del aire fresco que se filtraba por algún lado.

Su espalda dio con la dura pared de metal; se deslizó por ella hasta que golpeó la esquina de aquella habitación. Sujetándose al suelo, empujo sus piernas hacia arriba contra su cuerpo, esperando que sus ojos se adecuaran pronto a la oscuridad.

Con otra agitación, la habitación se sacudió hacia arriba como un viejo ascensor en el pozo de una mina.

Duros sonidos de cadenas y poleas, como los trabajos de una fábrica antigua de acero, hicieron eco hasta el final de la habitación, chocando contras las paredes con un sordo y pequeño silbido. El ascensor más o menos ligero osciló hacia atrás y hacia adelante, así sucesivamente mientras ascendía, causándole nauseas a la joven; un olor como de aceite quemado invadió sus sentidos, haciéndole sentirse peor.

Deseaba llorar, pero no tenía lágrimas.

Solo le quedaba quedarse sentada allí, sola, en espera a que algo más sucediera.

«Mi nombre es Amelia» Ese pensamiento le hizo eco en su cabeza.

Y eso... eso era lo único que podía recordar de su vida.

No podía entender como eso podía ser posible.

Su mente funcionaba sin defectos, intentando calcular su alrededor y situación.

El conocimiento inundó sus pensamientos, hechos e imágenes, memorias y detalles del mundo y como funciona. Imaginaba nieve en la copa de los árboles, corriendo por una carretera cubierta de hojas, comiendo una hamburguesa, la pálida luz de la luna fundiéndose en una herbosa pradera, nadando en un lago, la ocupada plaza de una ciudad con cientos de personas animados sobre sus negocios, la TV encendida en un viejo programa de televisión.

Y aun así no sabía de dónde venía, o cómo se había metido en ese oscuro ascensor, o quienes eran sus padres, ni siquiera sabía su apellido.

Imágenes de gente destellaron a través de su mente, pero no reconocía sus caras, eran reemplazas con embrujadas manchas de color. No podía pensar en una persona que conocía, o memorizar una conversación.

La habitación continúo su oscilante ascenso, pronto Amelia se hizo inmune a los ruidos incesantes de las cadenas que tiraban el ascensor. Pasó un largo tiempo, los minutos se extendieron en horas, aunque era imposible saber a ciencia cierta porque cada segundo parecía una eternidad.

𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒┃𝐦𝐚𝐳𝐞 𝐫𝐮𝐧𝐧𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora