𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 8. 𝓓𝓮𝓫𝓸 𝓶𝓾𝓬𝓱𝓸 𝓭𝓲𝓷𝓮𝓻𝓸.

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•• P'ov Poché ••

— ¡Daniela Calle! Creí haberte dicho que no puedes entrar a mi oficina sin tocar — digo.

Al levantar mi vista me encuentro a Calle echa un mar de lágrimas haciendo que me preocupe y me levanté de mi haciendo para ir a dónde ella y abrazarla contra mi cuerpo.

— L-lo siento — me dice en llanto.

— ¿Que te pasa? — le pregunto dejando pequeñas caricias en su espalda.

— M-mi madre ha tenido un accidente — dice y se aprieta más a mi haciendo que tenga una gana enormes de protegerla contra todo, incluso de mi — N-necesito ir al h-hospital.

— Porsupuesto que si, te acompaño — dije y me aleje de ella para ponerme mi saco y tomar mi celular con las llaves de mi auto, ya lo demás lo buscaría después.

— No es necesario señora.

— Si lo es, déjame llevarte por favor — digo sin creer lo que estoy diciendo, pero sentía que eso era lo correcto.

— Ok, e-esta bien — me dice rendida.

— Entonces vamos — digo y le muestro una sonrisa.

La tomo de la mano ya que ella aún estaba como en estado de shock y sentí las enormes descargas en mi cuerpo. Calle se deja llevar asta el estacionamiento donde la ayudo a subir y después de subirme yo me pongo en marcha al hospital que me había indicado.

•• P'ov Calle ••

— Buenas tardes, quisiera saber el estado en el que se encuentra la señora María Fernanda Soto — le pregunto a la enfermera que estaba en la recepción del hospital.

— ¿Es usted algún conocido o familiar de la paciente?

— Soy su hija.

— Espere un momento, el doctor le vendrá a informar en cuanto pueda.

— Gracias — digo y me doy la vuelta para encontrarme a Poché mirándome fijamente.

— ¿Que te han dicho? — pregunta cuando se acerca a mi.

Tomo haciendo y le respondo — Que tenemos que esperar a que el doctor salga a darnos noticia.

— Hey, todo estará bien — dice y toma haciendo junto a mi — verás que tú mamá va a estar bien — me dice mientras coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja y me mira con esos precioso ojos que me hipnotizan haciéndome sentir de alguna manera segura cosa que agradecí.

— Gracias — le digo mientras tomo sus manos entre las mías.

— No hay de que — dice y me regala la sonrisa más preciosa de todas.

— Si hay de que, ¿Quien diría que la jefa gruñona estuviera aquí acompañándome?

— Recuerdo haberte dicho que no siempre suelo ser tan gruñona — dijo y me dió una mirada intensa haciendo que me sonrojara al recordar aquel beso.

— P-poché....

Ring, Ring, Ring....

Nos interrumpe mi celular.

𝑬𝒏𝒂𝒎𝒐𝒓𝒂𝒅𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒋𝒆𝒇𝒂 𝒈𝒓𝒖ñ𝒐𝒏𝒂 ( 𝑪𝒂𝒄𝒉é )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora