Capítulo XIX: Let me go

528 71 9
                                    


Capítulo XIX

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo XIX

─ Vi eso─ dijo Bucky, sin alzar la mirada del rifle que estaba engrasando. Steve volteó su atención hacia él y alzó una ceja, confundido.

─ ¿De qué hablas? ─ preguntó, acomodando las piezas de una Beretta Cougar sobre el mesón, mientras la desensamblaba ágilmente.

─ De la forma en que la miras. Sigues enamorado de ella─ le replicó el moreno, apoyando la culata del arma en su muslo izquierdo mientras pasaba el paño engrasado a lo largo del cañón.

─ Ya te dije que no... eso quedó en el pasado─ murmuró Steve, prestando atención a las armas frente a él para evitar la penetrante mirada de su mejor amigo.

Ambos se encontraban en el subsuelo del refugio, limpiando y preparando las armas que los cadetes de una escuela militar del sur habían traído con ellos para apoyar a la causa. Natasha les había ayudado a llevar las cajas a la armería y Bucky había visto la forma en que Steve seguía mirándola. Tiempo atrás, antes de que toda aquella locura comenzara, él ya había notado que entre ellos había una chispa especial. Parecían girar el uno alrededor del otro y, había notado que a veces, cuando Steve no veía, Natasha se quedaba mirándolo con los ojos llenos de anhelo. El mismo anhelo que veía en la mirada de su amigo. Sin embargo, la guerra había comenzado y no había tiempo para esa clase de cosas. Todos se habían volcado en un solo objetivo: ganar.

Cada día podía ser el último y Steve le había dicho que todo aquello había quedado en el pasado, que no podía permitirse el lujo de pensar en romances cuando tenía la vida de cientos de personas a su cargo. Eran otras sus prioridades y por ello había enterrado aquellos sentimientos, que, de todos modos, él creía que no lo llevarían a ninguna parte. Natasha era inalcanzable. Y con eso le había dado punto final al asunto. Sin embargo, Bucky lo conocía demasiado bien. Sabía cuando Steve mentía y más aún, cuando intentaba mentirse a sí mismo. Y eso era lo que estaba haciendo en ese preciso momento.

─ Yo no creo que esté olvidado, Steve. Para nada. Si fueras más listo y me hicieras caso, sabrías que tengo razón...─ le dijo, ganándose la pesada mirada del rubio.

─ Claro. Olvidaba que tú la conoces mejor que yo─ respondió, amargamente y el castaño detuvo lo que hacía para mirarlo con fijeza. Ahí estaba, el elefante blanco en medio de la habitación. Aquel tema que nunca habían tocado.

─ Sí, la conozco bastante bien─ respondió con tranquilidad, dejando el rifle sobre el mesón para prestarle su completa atención─ y también sé cuanto te molesta eso...

Steve suspiró y se restregó los ojos con gesto cansado.

─ Escucha, Buck. No es que me moleste. Su pasado es su pasado y yo no soy quien, para entrometerme en eso, ni mucho menos para juzgarla. Es sólo que... no lo sé, se me hace extraño imaginarlo... es decir...─ el hombre volvió a suspirar y bajó la voz hasta casi convertirla en un susurro─ yo sigo enamorado de ella. Y es extraño para mí...

Long live the kingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora