Capítulo IX: I see red

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Capítulo IX

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Capítulo IX

Cuando James despertó, lo primero que sintió fue dolor. Aquella era una sensación conocida para él, después de todo, había pasado más de la mitad de su vida sintiéndolo, viviéndolo. La aplastante sensación lo llevó atrás, al momento en el que decidió renunciar a la vida que conocía y seguir la única pista que lo conectaba con su pasado y que podía darle respuestas. Cuando optó por buscar a Steve, supo que tendría que pelear cada minuto por ganarse la confianza de los demás, por ganar su propia confianza, por tener control sobre sí mismo y sobre sus acciones. Y, lo consiguió. Costó sangre, sudor y lágrimas, pero lo consiguió. Se permitió a sí mismo confiar y se permitió a sí mismo ser objeto de confianza... tanto, que se dio la posibilidad de amar. Y era amado, lo sabía, lo sentía. Pero, ahora...

Pugnó por salir de los escombros y empujó las piedras que lo cubrían con su brazo metálico, debatiéndose entre permanecer ahí o comprobar con sus ojos lo que tanto temía. Se sentía extrañamente vacío, como si el dolor no fuera capaz de llenarlo, como si hubiera perdido toda capacidad de sentir. Siguió empujando las rocas, sin hacer un real esfuerzo hasta que algo o alguien, le daba igual llegados a ese punto, las sacó de un golpe. Se encontró con el rostro descompuesto de Stark frente al suyo y el hombre le extendió una mano, ayudándolo a levantarse.

⸺ Tenemos que buscar sobrevivientes...⸺ le dijo en un susurro tembloroso, como si lo dijera para sí mismo, más que para él⸺ Tiene que haber alguien... alguien con vida...la-la armadura, la armadura debió protegerla, lo sé, lo sé, la diseñé así...

Bucky lo siguió, en silencio, dejándolo que monologara. Él no se sentía con ánimos de hablar, no cuando algo estaba desgarrándolo por dentro, como si tuviera una fiera salvaje por dentro. Quería gritar, arrancarse la piel, salir corriendo, cerrar los ojos y no abrirlos nunca más. Caminó de malas ganas detrás de Stark. El pobre hombre parecía haber olvidado que podía volar porque arrastraba los pies delante de él como un condenado a muerte. Y así era precisamente como se sentía. En el momento en el que encontrara los cuerpos de la gente que dejó todo por seguirlos, cuando viera a los niños aplastados, cuando viera el cuerpo de Pepper... en ese momento, todo terminaría para él.

Tony no sintió llegar a Rhodey. No le importaba darse cuenta de su presencia, si era sincero. Siguió caminando, hasta que sintió el peso de una mano sobre su hombro. Rhodes lo jaló con él y lo arrastró a los escombros. Bucky, sin saber qué más hacer, los siguió. Se arrodillaron detrás de unas piedras gigantescas y entonces, el sargento sintió algo húmedo bajo la pernera de su pantalón. Miró al suelo y se dio cuenta de que se había arrodillado sobre un charco de sangre. Un grito le subió por la garganta y permaneció ahí, encerrado, porque la mano metálica de Rhodes lo calló antes de que se diera cuenta de que había comenzado a gritar.

⸺ Shh, shh, silencio... tranquilo. Ahí vienen... ⸺ murmuró el hombre en su oído, apuntando a las tropas que se acercaban a su posición.

Por supuesto que no se conformarían con aplastarlos como cucarachas, tenían que comprobar que habían muerto... y si no era así, tenían que terminarlos. El Emperador era un hombre eficiente y exigía un trabajo perfecto: exterminar rama y raíz había dicho y eso era lo que harían. Bucky se obligó a guardar silencio y respiró muy lento y profundo, bajando sus pulsaciones para centrar su energía en una cosa y solo en una cosa: matar. Apretó su puño metálico, sintiendo como las junturas se acomodaban y se cerraban, dándole un golpe más fuerte. Iba a salir de su puesto dispuesto a todo, cuando, una leve vibración en el suelo lo puso en alerta. Una leve luminosidad rojiza cubrió el suelo y se enredó alrededor de sus piernas, dándole una sensación de calma y calor indecible.

Long live the kingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora