Capítulo XIII: Roses

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Capítulo XIII

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Capítulo XIII

Por primera vez desde su transformación, Steve no sabía que hacer. Natasha era un hueso duro de roer y, aunque su resistencia parecía erosionarse con cada día que pasaba, aún lo trataba con desprecio, como si él fuera la peor peste sobre la faz de la tierra. Sabía que tenía que ser paciente, pero, era difícil al tenerla tan cerca, al alcance de la mano y... no poder hacer nada. A veces aparecían los sentimientos del antiguo Steve en su cabeza y lo empujaban aún más hacia ella. En esos momentos, él tenía que recordarse a sí mismo que Natasha no era más que un peón en su plan, la candidata propicia para su legado. Se reclinó en su escritorio, pensando. El sol del atardecer se colaba por las cortinas de gasa de su oficina y lo envolvían en un aura de paz extraña para él.

Él no era un hombre de paz. Era un hombre de acción. No estaba acostumbrado a pedir por favor, ni a que se le negara lo que quería: lo que él quería, lo tenía. Y eso lo decidió. Sus ojos brillaron un momento y una sonrisa se pintó en sus labios. Al día siguiente, Natasha encontró un nuevo ramo de rosas sobre su mesa de noche. Ese día y el siguiente y el siguiente. Al quinto día, lo cogió con rabia y se dirigió a paso rápido a la oficina de Steve. Entró sin golpear y lo encontró frente al ventanal, con la mirada perdida en la nada. Arrojó el ramo sobre su escritorio y se le enfrentó con firmeza.

⸺ ¿Qué es lo que pretendes, Steve? ⸺ preguntó, con la voz tensa. Toda su postura era tensa y eso lo hizo sonreír por dentro. Estaba afectándola, lo sabía.

⸺ ¿Ser amable? ⸺ preguntó a su vez, girándose levemente hacia ella.

⸺ No necesito que seas amable. O que finjas serlo, en realidad. Tú ya no eres el hombre que alguna vez fuiste. El Steve que yo conocí, era amable. Era un hombre bueno⸺ afirmó, con la voz aún más tensa, a punto de llorar.

⸺ Y por eso murió⸺ replicó Steve, girándose ahora sí hacia ella. El hombre suspiró y apoyó sus manos sobre el escritorio, mirándola con cansancio⸺ No entiendo aún porqué no lo ves, Natasha. Tú eras la que siempre hablaba de grises, que la verdad depende de las circunstancias y que no es absoluta...

⸺ Ya te lo dije. Tú me enseñaste a pensar así⸺ respondió, cruzando los brazos sobre el pecho.

⸺ Y yo te respondí que el hombre que te enseñó eso, no sólo estaba equivocado, sino que está muerto⸺ Natasha desvió la mirada y suspiró profundamente. Ese era su momento y lo sabía.

⸺ ¿Y si yo quisiera escuchar tu verdad? ¿Qué me dirías? ⸺ Steve extendió una mano hacia ella, invitándola en silencio. Natasha dudó por unos momentos, pero, finalmente, aceptó la mano que le extendían y lo siguió en silencio.

Steve la llevó a la sala de control. La actividad ahí era como ver un hormiguero. Un silencioso y eficiente hormiguero. Todo el mundo trabajaba en algo, concentrado, enfocado en lo suyo, y es que todos sabían lo que pasaría si cometían un error. El Emperador no era un hombre que perdonara la ineficiencia, que obviara un error. Con él era a todo o nada. Natasha observó las pantallas en silencio. Allí se organizaba el mundo que Steve había creado: había estadísticas y gráficos referentes a pobreza, a delincuencia, a obras públicas, hospitales, escuelas. Aquello no era lo que había estado esperando. ¿Dónde estaban los soldados? ¿Dónde estaban los asesinos que antes pululaban por las calles?

⸺ ¿Qué es todo esto? ⸺ preguntó, mirándolo con extrañeza.

⸺ Un nuevo mundo, ya te lo dije. Un mundo mejor...⸺ pronunció con voz soñadora, mirando las pantallas con ojos brillantes⸺ Aún queda mucho por hacer, pero, ya sabes lo que dicen: Roma no se construyó en un día.

Natasha volvió a mirarlo y dejó escapar un suspiro.

⸺ Sí, Roma no se construyó en un día. Pero, se destruyó en uno... y fue su emperador el que lo quemó hasta los cimientos⸺ observó, saliendo de la sala para dirigir sus pasos al jardín mientras se abrazaba a sí misma.

A veces aún creía ver trazas de humanidad en ese Steve extraño y confuso. Él era todo dureza, todo crueldad, un megalómano centrado sólo en conseguir poder... pero, luego, aparecía con sus detalles y esas ansias de construir un mundo mejor y, de pronto, era el Steve de antes. El que ella había amado. Escuchó unos pasos a su espalda y supo que era él. Natasha no se movió, permaneció en su lugar, mirando a las rosas mientras él se acercaba, tanto, que podía sentir el aroma de su loción rodeándola.

⸺ Sólo quiero que veas que digo la verdad cuando hablo de crear un mundo mejor. Sé que mis métodos no te gustan, sé que he tenido que hacer grandes sacrificios, pero... realmente, realmente quiero hacer algo bueno por este mundo, Natasha y para poder hacerlo, tengo que estar yo al frente... es la única manera⸺ explicó y ella dejó caer los hombros, moviendo la cabeza.

⸺ Vengo de Rusia, Steve. Los gobernantes autoritarios no me asustan. Y, tu idea de un mundo mejor no está tan alejada de la mía⸺ Steve la observó con calma mientras ella hablaba. Era la primera vez que la escuchaba expresarse de ese modo: abierta. Sincera⸺ El problema, es que mataste a mis amigos. Y no sólo eso, nos engañaste, a todos. Nos hiciste creer que estabas muerto, Steve. Me hiciste creer que estabas muerto... ¿sabes cómo eso me hizo sentir? Sentí que... sentí que...⸺ su voz se fue haciendo pequeña y él se acercó un paso más, sin que ella se opusiera.

⸺ ¿Qué fue lo que sentiste? ⸺ preguntó en voz baja, a centímetros de su cuerpo. Natasha alzó los ojos hacia él y lo miró con sus verdes orbes brillantes por las lágrimas. La mujer tragó pesado y pensó en si debía o no decir lo que se atoraba en su garganta⸺ Dime, Natasha... ¿qué fue lo que sentiste?

⸺ Sentí que me moría contigo⸺ murmuró al fin, con un hilo de voz. Steve cogió sus mejillas y se acercó más a ella, perdiéndose en la claridad de su mirada.

⸺ Natasha...⸺ suspiró, acercándose a milímetros de sus labios, sin llegar a tocarlos. No se acercaría más, no hasta que ella lo hiciera. Y lo hizo. Natasha se empinó un poco más hacia él y, por fin, volvió a probar el sabor de su boca. Sus labios conservaban resabios del trago que había bebido momentos antes de que ella entrara a su oficina.

Steve la rodeó por la cintura y la apegó a su cuerpo, envolviéndola luego con ambos brazos. El calor de su cuerpo era algo que no había probado antes, sin embargo, no había olvidado el sabor de su boca. Muchos años atrás habían compartido un beso de circunstancia en las escaleras de un centro comercial, pero, esto no tenía nada que ver con eso. Natasha enredó las manos en su cabello, y se sostuvo luego de su cuello, abrazándose a él por unos momentos que parecieron eternos. El beso era lento, cadencioso, profundo y completamente demoledor. Desde la ventana de uno de los pisos superiores, una mujer los observaba con una leve sonrisa en los labios. Una sonrisa triste.

⸺ Lo consiguió, Herr Rogers...⸺ murmuró Euphemia y se alejó de la ventana con su paso irregular, acomodando sus instrumentos.

Revisó el estado de sus experimentos y de los viales que tenía en el fuego en ese momento, para, finalmente, preparar el tratamiento de "células madre" que estaba dándole a Natasha. Su herida se veía cada vez mejor y, probablemente, dejaría sólo una leve marca. Pero, aquello no era más que un efecto secundario del tratamiento, una distracción. Su objetivo final era que el emperador pudiera tener un heredero... y, por lo que acababa de ver, aquello era una posibilidad cada vez más cierta. Euphemia sonrió mientras metía en la centrífuga los matraces con las hormonas que necesitaba para completar el proceso. Estaba a punto de encenderla, cuando un disparo rompió el silencio. La mujer se puso de pie con rapidez y caminó lo más rápido que pudo hacia la ventana.

Cuando vio a Steve en el suelo, su corazón se detuvo por un momento. 

Long live the kingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora