Conversaciones prohibidas

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Observo fijamente el boque a través de la ventana. Se ve tan claro desde donde estoy. Nada obstruye mi visión, solo hay cientos plantas de pimientos y maíz sembradas en el terreno de cultivos que hay al lado de la escuela, pero aun son tan pequeñas que no alcanzan el medio metro de altura.

Siempre he pensado en el Bosque del Averno como el hogar de las mutaciones. Sigo cuestionándome el poder destructivo que han ejercido sobre el mundo exterior. Me cuesta creer que no quede algo más allá, que todo lo que se tardo miles de años en crear haya quedado en el olvido. Una parte de mi se rehúsa a creerlo por completo.

Estoy tan sumergido en mis pensamientos que no he escuchado nada de la charla en unos diez, tal vez quince minutos. De repente, una voz me hace volver a la realidad.

—¡Johnson! —oigo decir al educador con un claro tono de enojo. Todos me miran y reprimen sonrisas. Ciento como mis mejillas se calientan, de seguro están rojas de vergüenza—. ¿Me podría decir que es lo que acabo de explicar?

—Yo... este... ¿decía algo sobre la asignación? —me apresuro a decir. En ese momento veo como algunos luchan por no soltar una carcajada de pleno y yo solo pienso "tierra, ábrete y trágame".

—Vaya, veo que esta de bromista hoy, lástima que no haya un cargo de humorista —me dice. En ese momento oigo a algunos estallar en risa. Debo estar rojo como un tomate. Daniel que está a mi lado trata de no reírse y yo me encojo de hombros. Sé que ha sido mi culpa por no prestar atención.

—Muy bien chicos, hagan silencio y sigamos con la charla. Espero no tener que volver a llamarle la atención a nadie más —dice mirándome más a mí que a los demás.

Luego de media hora más de tediosa información que he oído mil veces, el educador nos deja salir.

—Y recuerden estar puntuales a las ocho en la plaza esta noche —nos dice mientras todos salimos con prisa del aula de clases.

Daniel y yo estamos aun en el pasillo cuando Mónica Jenssen se acerca, junto a ella sus amigas Natasha Crane y Angie Twells. Ellas dos se quedan detrás y Mónica se inclina hacia Daniel.

—Hola Daniel —le dice con su voz dulce y suave.

—Mo... Mónica... h-hola —contesta Daniel tartamudeando un poco. Sus mejillas están levemente sonrojadas.

—¿Cómo te encuentras? —inquiere ella dedicándole una sonrisa.

—Bien... —es todo lo que alcanza a decir.

Quien lo diría, Daniel intimidado por una chica guapa.

—Me preguntaba si esta noche antes de la ceremonia quisieras verme detrás del sauce que está en la plaza central. Quisiera hablar algo contigo.

Miro a Daniel que tiene los ojos abiertos de par en par. Sé que Daniel y Mónica siempre se han sentido atraídos el uno por el otro, pero la verdad no pensé que fuera Mónica quien tomaría la iniciativa.

—Sí claro... allí estaré —le dice ya más calmado.

—Vale, entonces hay te veo. Chaito —responde Mónica, despidiéndose moviendo su mano con un gesto pícaro.

Mónica se aleja con su grupo detrás de ella y enfoco mi atención en Daniel.

—Vaya vaya casanova, veo que ya cayó otra en tu red —él se ríe con sarcasmo—. Eres un suertudo.

—Pues que te digo, es la ventaja de ser tan apuesto —contesta dándose aires de superioridad.

Yo hago como si su comentario me matara de risa.

—Si, como digas —le contesto—. ¿Te parece si ya nos vamos? le dije a mi madre que volvería para almorzar —asiente pero se detiene repentinamente, como si acabara de tener una revelación importante.

—Ups, olvide preguntarle algo al educador con respecto a la inscripción de Tania, ¿me esperas un momento? ya regreso —él sale corriendo de vuelta al aula y yo me quedo recostado en la pared, al lado de la puerta de la dirección.

Escucho unas voces que salen de la dirección, logro identificarlas como las de un hombre y una mujer. La voz de la mujer la reconozco con facilidad por ese tono grave y áspero que posee, como si hablara mientras es asfixiada; es la directora Teresa Carson. Pero no reconozco la voz del hombre.

Sé que no es correcto escuchar las conversaciones privadas y que si me descubren tendré problemas, así que tengo la convicción de moverme de lugar hasta que oigo algo que me obliga a quedarme inmóvil en el sitio y escuchar más. Hablan muy bajo y apenas les entiendo, así que me acerco a la puerta disimuladamente.

Directora —¿Está seguro de que es la única opción que nos queda? No podemos arriesgar a los jóvenes de esa manera. ¡Sería muy peligroso!

Desconocido —Por supuesto que es la única opción, nuestras posibilidades se han reducido a esto. Además, ya todo está planeado para esta noche. El gobernador está de acuerdo. Es nuestro mejor plan hasta los momentos, no podemos arriesgarnos a esperar más tiempo.

Directora —¿Y qué dirán los padres? ¡¿Qué les diremos nosotros?! Podrían negarse y entonces...

Desconocido —No se negaran porque no se los diremos... no en estos momentos. Esperaremos a que todo esté listo. Directora Teresa, usted sabe tan bien como yo que esto es cuestión de vida o muerte y si fallamos, nuestra seguridad se verá afectada.

Sigue un momento de silencio en el que nadie habla y la intriga me carcome. Mi corazón late rápido y mi mente se llena de cientos de interrogantes.

Directora —Entonces creo que no hay más nada que decir, esta noche será.

—¿Pasa algo? —la voz de Daniel me saca de concentración haciéndome sobresaltar.

—No... nada, solo pensaba en algo, ¿estás listo?

—Sí. ¿Seguro que estas bien? —me pregunta enarcando una ceja.

—Por supuesto. Vamos —digo como si nada y empiezo a andar.

Recorremos el camino de vuelta a su casa y, mientras trato de mantener plática con mi primo, las preguntas me invaden, ¿Qué pasara esta noche? ¿Por qué nos pondría en riesgo esa decisión? ¿Qué es lo que planean? Mi mente lucha por respuestas.

Decido que no le contare nada a Daniel por ahora, porque en realidad ni siquiera yo estoy seguro de que fue lo que escuche y lo que menos quiero en estos momentos es alarmarlo y mucho menos crear suposiciones basadas en una conversación que, en primer lugar, no debía de haber escuchado. Seguimos andando en silencio hasta que llegamos a su casa, allí me despido y quedamos de vernos en la noche. Mientras regreso a casa rememoro la conversación y pienso que seguramente esta misma noche todas mis preguntas tendrán respuestas.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora