Cap. 22: Cambio de clima

103 7 0
                                    

La mañana llega con los primeros rayos de sol que atraviesan un cielo nublado, hace quizá una hora que retomamos nuestro camino hacia la ciudad donde esperamos encontrar los núcleos.

Mónica no ha dicho ninguna palabra desde que salimos, creo que aún está enojada con Leah. Sé que ella trata de protegernos, pero lo que Leah dice Es cierto, no podemos confiarnos de que Anthony y Marlene consigan cumplir la misión, es mucha responsabilidad para dejárselo todo a ellos dos.

El día sigue avanzando, hemos tocado con la suerte de un cielo nublado y fresco, las nubes han empezado a conglomerarse, formando dispersos cúmulos grises. Quizá llovizne esta noche.

—¿Estás bien Leah? —pregunto para asegurarme de que puede seguir caminando. Aunque esta mañana dijo que podía caminar sin ayuda la he visto cojear un poco y en más de una ocasión he notado un reflejo de dolor en su cara.

—Si, estoy bien no te preocupes, es solo que aun estoy un poco entumecida por pasar tantos días sin caminar, ya pasara.

Es toda la conversación que se presenta, nadie dice nada, solo caminos a un paso algo lento y constante. No podemos avanzar tan rápido como antes, pero quizá logremos llegar un día después de lo previsto.

La vegetación va disminuyendo conforme nos alejamos del pueblo que nos brindó resguardo estos últimos días. Estamos conscientes de que estas plantas son nuestra fuente de comida más accesible, así que paramos en un lugar abundante y recógenos todas las que podemos; patatas silvestres y algunas raíces, bayas y algún tipo de fruto el cual luego descartamos al ver unas extrañas púas en su interior.

El agua es otra historia, hemos racionado hasta el punto de tomar sorbos en lugar de tragos, no sabemos cuando volveremos a encontrar otra fuente potable así que cuidamos hasta la última gota.

Llega la tarde y el sol apenas se nota entre la espesa masa gris sobre nosotros. El cielo a cambiado drásticamente desde ayer, seguramente es por los cambios climáticos que ocasiono la contaminación.

—Debemos darnos prisa, no tardará en empezar a llover y para cuando eso suceda quiero estar bajo techo, o al menos refugiada —las palabras de Mónica se vuelven una predicción acertada, ya que un par de minutos después una lluvia delgada cae del cielo, la cual en pocos segundos se convierte en una lluvia potente y en un instante un diluvio nos envuelve a los tres.

La visibilidad empeora. Aunque aun puedo ver lo que tengo a mí alrededor, los charcos empiezan a formarse por todas partes y un zumbido potente proveniente de la lluvia hace casi imposible oír el grito de Mónica.

—¡Por allá! —logro entender que nos grita Mónica en alguna parte a mi derecha. Miro hacia ella y noto su figura empapada, veo que señala algo hacia el frente.

Intento distinguir que se trata pero no estoy seguro de lo que sea, está a unos cincuenta metros.

Estoy a punto de decir algo cuando una luz cegadora inunda todo seguida por un rayo que impacta a unos veinte metros a mi derecha.


 

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora