Cap. 21: La misión continua

104 7 3
                                    

La recuperación de Leah ha sido sorprendente, el corte en su pierna ha sanado más rápido de lo que pensé y para mi sorpresa no hubo señales de infección. Finalmente una buena noticia. Leah despertó hace dos días ya y ha sido una ardua tarea mantenerla recostada, siempre quejándose porque quiere ponerse en pie y estirar las piernas, pero tanto yo como Mónica hemos sido insistentes en que no debe levantarse, no podemos correr el riesgo de que se lastime la herida.

Han pasado tres días desde que Marlene y Anthony se marcharon y nosotros aun seguimos aquí, sin poder avanzar, pero no todo ha salido mal. En el tiempo en el que hemos estado aquí, Mónica y yo hemos hecho turnos en los cuales uno se queda con Leah y el otro sale a revisar las casas y sus alrededores en busca de suministros o cualquier otra cosa que nos ayude, claro que nunca nos alejamos demasiado y estamos siempre atentos ante cualquier movimiento o ruido que nos indique que hay peligro cerca. Hasta ahora no hemos vuelto a ver una mutación.

Para nuestra sorpresa hemos encontrado arbustos con bayas silvestres y otras plantas comestibles, algunas botellas de agua y suministros médicos que nos han sido de mucha utilidad.

Mónica regresar de su expedición y veo que trae un par de lo que supongo son papas silvestres y una botella de agua.

—He encontrado un campo con bastante de estas patatas, estoy segura de que son comestibles, en casa mi madre las cultivaba y hacia un delicioso puré —dice Mónica colocando el botín sobre la mesa de la cocina.

—Nos servirá para mantenernos bien alimentados.

—¿Cuánto tiempo crees que estaremos aquí?

—Supongo que hasta que Leah se recupere —contesto y me pongo de pie, debo ir a hacer mi ronda en busca de suministros.

El sol se levanta por el este, calculo que sean las diez de la mañana. La casa que decido revisar es impresionante por fuera, tiene columnas asombrosas, aunque la maleza ya ha empezado a trepar en ellas. La puerta está cerrada así que entro por una ventana que ya está rota. Por dentro es aun más impresionante, aunque el tiempo ha acabado con la mayoría de la decoración el encanto aun se mantiene. El piso es de una especie de roca lisa con un tono negro, las paredes alguna vez fueron de un verde claro y de el techo cuelga lo que creo que es una lámpara. Me pongo manos a obra y empiezo a requisar la casa.

Han pasado tal vez dos horas y aun no he encontrado nada que nos pueda servir. Al cabo de otra hora más de búsqueda logró encontrar un par de cuchillos que nos servirán para defendernos y también un par de botellas de agua.

Al volver encuentro a Leah de pie discutiendo con Mónica.

—Ya te he dicho que estoy bien, puedo valerme por mi misma —dice Leah casi a gritos.

—No creo que sea necesario recordarte que hace apenas tres días estabas a punto de morir —le responde Mónica igual de molesta.

—Pero ya estoy bien, es hora de seguir.

—¿Qué ocurre? ¿Y Qué haces tú de pie? —suelto a modo de intervención.

—Le he dicho a Mónica que estoy bien pero ella insiste en que me quede tirada —dice Leah con enfado. No había notado antes que cuando se enfada arruga la nariz de una forma que la hace ver casi tierna.

—Pero aun no deberías...

—Ah no, tu tampoco te atrevas a decirme que hacer, he decidido que debemos seguir moviéndonos, no podemos dejar esto solo en manos de Marlene y Anthony, ¿Qué tal si no logran encontrar el lugar o les pasa algo? Toda la aldea depende de nosotros y debemos cumplir con nuestro deber, esa es nuestra misión, ¿recuerdan? Debemos cumplir nuestro cargo.

En el fondo se que ella tiene razón, que no podemos solo sentarnos a esperar que hagan nuestro trabajo. Debemos seguir avanzando, pero con la pierna de Leah...

—¿Estás segura que ya puedes caminar? —pregunto.

—Si, lo estoy, e iré sola si deciden no acompañarme —la idea no suena tan mal. Aunque el agua sigue escaseando, hemos reunido un buen botín de verduras silvestres y podemos encontrar más en las plantas, siempre y cuando nos aseguremos de que sean comestibles. Apenas ayer encontré una planta llena de espinas y hojas enormes y rojas que juraría se movía.

Miro a Mónica buscando su aprobación, al principio no hace expresión alguna pero finalmente se decide.

—Está bien, como tú quieras, saldremos al amanecer.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora