Un cargo muy especial

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No consigo pensar con claridad. Confusión, miedo, intriga, angustia, todas esas emociones me desgarran el alma del cuerpo. Miro fijamente la roca negra tratando de pensar que puede significar, pero no tengo ni la más remota idea, aunque sin lugar a dudas de una forma u otra esto debe estar ligado a todos los sucesos extraños que he presenciado durante el día; la conversación en la escuela y el anuncio del que hablaba el gobernador. Trato de buscar a mi madre entre el gentío pero no la encuentro.

Los ciudadanos están igual de perplejos que yo, sin embargo la organizadora sigue con los demás jóvenes como si nada inusual estuviera ocurriendo. De seguro ella ya lo sabía, sabe de qué trata. Esto tiene que ver con lo que acaba de decir el gobernador; de tomar decisiones importantes con respecto a las fallas. Pero ¿Qué riesgos implica para nosotros? Tengo la sospecha de que la razón no será para nada buena.

Esa idea hace que mi corazón choque contra mi pecho, tratando de salir. Yo lucho por mantenerme firme y pensar que "no será algo malo", pero sé que si lo es, lo presiento. De repente mis pensamientos se ven interrumpidos cuando alguien más dice "color negro".

Es Angie, la amiga de Mónica. Ella está tan impactada como yo, lo veo en su rostro contorneado por el miedo. Noto como los jóvenes que faltan ponen cara de preocupación. A otro chico le ha tocado una piedra negra, creo que lo he visto un par de veces en la escuela en las clases de lenguaje y comunicación escrita pero no recuerdo su nombre. Luego otra chica, Leah creo que la escuche decir. Y otros dos más.

Somos seis —pienso.

La idea de que no soy el único al que le toco la de color negro me consuela un poco. Sin embargo no dejo de creer que todo esto no será nada bueno para nosotros.

El último chico saca una roca. Le ha tocado una blanca, eso me hace sentir aun peor. No podre ser sanador. Mi cabeza amenaza con estallar, me cuesta mandarle aire a los pulmones. Quiero respuestas y las quiero ya.

La organizadora se coloca tras el podio y concluye la ceremonia diciendo:

—Los jóvenes que han obtenido una roca negra, les pedimos que se queden un momento, debemos hablar sobre una asignación especial que hemos creado. Por lo pronto los demás pueden volver a sus casas, a partir de mañana los jóvenes con sus nuevos cargos deben reunirse con el jefe de su cargo quien empezara a instruirlos en sus actividades a ejercer. Felicidades a estos jóvenes. Esperamos su total entrega al trabajo. Gracias a todos por venir, que tengan una muy feliz noche.

Todos aplauden, aunque veo caras de preocupación. ¿Un nuevo cargo? ¿Por qué no nos dijeron nada de esto en las decenas de charlas que daban en la escuela? ¿Por qué lo mantuvieron en secreto?

Los ciudadanos se levantan y se empiezan a retirar, entonces veo a mi madre. Se acerca y me abraza con fuerza unos segundos sin decir nada. Luego me mira y me dice:

—No tengas miedo cariño. Estoy segura de que todo irá bien —quiero creerme lo que me dice, quiero confiar en sus palabras pero no logro despegarme de encima esa extraña sensación—. Te espero en casa para cenar —luego me abraza de nuevo y le doy un beso. No tengo palabras, no sé qué decir así que solo me quedo en silencio. Ella se separa de mí y me dedica nuevamente su sonrisa optimista y se va, debe hacerlo.

En menos de cinco minutos la plaza está vacía, solo quedamos los seis jóvenes que tuvimos la roca negra. El gobernador, el jefe de los reparadores y el padre de Daniel, que es jefe de los guardianes, también se quedan.

—Síganme por favor —dice el guardián. Todos lo seguimos en silencio, nadie habla o se queja.

Caminamos por diez minutos hasta llegar a la alcaldía. El edificio se contonea en la noche, elevándose dos pisos por encima del suelo. Entramos y allí dentro hay seis sillas donde los jóvenes tomamos asiento. El gobernador se sienta detrás del escritorio y el jefe de los reparadores y el de los guardianes se quedan de pie a su lado. El gobernador nos mira como examinándonos hasta que uno de los chicos finalmente habla.

—¿Por qué nos han traído hasta acá y que significa esa roca negra? —pregunta con prudencia.

—Se que están confundidos, que todo esto es algo extraño, pero ustedes han sido elegidos para un cargo especial, una misión importante.

—¿Porqué no nos hablaron de esto en las charlas? —pregunta casi llorando Angie.

—No podíamos hacerlo público, esto debe ser lo más confidencial posible. Si los ciudadanos se enteran podrían entrar en pánico y eso pondría en riesgo nuestra paz —responde el gobernador.

—¿Por qué entrarían en pánico? ¿Por qué no nos dice de una vez que quiere de nosotros? —pregunta la otra chica, Leah. Su cara demuestra enfado.

—Que nos ayuden a mantener a salvo la Aldea —responde el guardián. Antes de que alguien diga algo, el reparador empieza a hablar.

—Todos saben que el generador obtiene su energía del núcleo, pero en realidad el núcleo no es como lo hemos descrito. La forma cilíndrica en forma de tubo de la que les hemos hablado es solo una especie de conductor. El verdadero núcleo es una esfera, del tamaño de una manzana, con un resplandor amarillo, el cual provee toda la energía. Los eruditos del antiguo mundo, llamados científicos, lo inventaron como reserva por si llegaba a ocurrir algo y necesitaban la energía. Luego cuando todo el colapso ocurrió los fundadores de la Aldea lo usaron para alimentar al generador. Pero solo tenemos una. Los reparadores aviamos calculado la durabilidad del núcleo. Pensamos que debía durar unos doscientos años, pero nos equivocamos. No teníamos los instrumentos correctos para medir su tiempo de vida. Ahora el núcleo está dando su último residuo, está casi vacío.

—¿Y cómo vamos a ayudar nosotros? —pregunto empujado por la curiosidad.

—Hace algún tiempo que encontramos unos documentos en los archivos de la alcaldía donde se afirma que más núcleos fueron creados, pero nunca llegaron a la Aldea. Creemos que esos núcleos se encuentran en una ciudad que está a unos quinientos kilómetros de aquí. Preparábamos un grupo de guardianes que empezarían pequeñas expediciones, pero no tenemos tiempo para eso, es necesario ir en busca de esos núcleos. Es nuestra única esperanza por el momento.

Estoy asombrado con todo esto, mi corazón está a punto de salirse de mi pecho, el generador está fallando y las mutaciones asechándonos cada vez más.

—¿Y qué haremos? —pregunta Angie mientras deja salir un sollozo, de seguro ya sabe la respuesta, igual que yo la sé. El gobernador nos mira y nos dice lo que ya todos intuimos:

—Su misión será ir en busca de los núcleos.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora