Cap. 13: Ecos de muerte

112 14 3
                                    

Despierto empapado en sudor, mi camiseta se pega a mi pecho. El calor es insoportable. Leah ya se ha despertado y come de una lata un poco de sopa.

—¿Mal sueño? —me pregunta cuando me empiezo a sentar, de seguro me vio sobresaltarme.

—Si, no he podido dormir bien.

Tomo otra lata y la abro con mi cuchillo, luego empiezo a tomar la sopa directamente la lata, teniendo cuidado con los bordes irregulares. ''Deberíamos de haber traído cucharas" pienso.

—Lentejas, nunca fuero mis favoritas —comento mientras saboreo el primer trago de sopa.

—En casa las comíamos todo el tiempo —es todo lo que contesta ella.

Leah no parece ser alguien a quien le guste hablar mucho. Cuando vi su reacción al saber que sería parte de un nuevo cargo, me dio la impresión de ser alguien muy temperamental.

—¿Qué cargos tienen tus padres? —pregunto, intentando conocer un poco más a mi nueva compañera de cargo. Ella no responde nada durante unos instantes, como si estuviera meditando si debería responderme o no.

—Mi madre murió ya hace mucho, era organizadora. Mi padre es constructor —responde ella sin siquiera mirarme un instante.

—Mi padre también murió, antes de que yo naciera. Vivo solo con mi madre, ambos sanadores —le digo, aunque no me lo haya preguntado. No se me ocurre nada más que agregar y Leah tampoco se molesta en decir nada, así que seguimos tomando la sopa.

Luego de comer, tomamos un poco de agua y retornamos nuestro camino. El cansancio se empieza a notar a medida que pasa el tiempo. No tengo idea qué hora es o que puede esperarnos adelante, sin embargo es nuestro deber salvar la Aldea y no podemos fallar.

—¿Oyes eso? —dice Leah cuando ya hemos caminado un buen rato.

Trato de prestar mucha atención. A lo lejos se escuchan sonidos de golpes, como pasos de un gigante que hacen un ruido retumbante.

—Si. Pero, ¿qué es?

—No lo se... —empieza a decir, entonces noto que fija su mirada en el piso. Yo dirijo mi linterna hacia abajo y hago lo mismo.

En el suelo hay un pequeño charco, y cada vez que se oyen los pasos, o lo que sea que produzca el ruido, el agua se agita haciendo pequeñas ondas.

Cada vez el agua se agita más y el ruido se hace más fuerte.

—Creo que debemos apresurarnos —digo.

Redoblamos el paso pero el ruido suena cada vez más cerca, luego empezamos a trotar y en un abrir y cerrar de ojos estamos corriendo de lo que sea que se apresura hacia nosotros.

Mientras corremos Leah tropieza y deja caer su linterna, ella la toma y me mira.

—La luz.

—¿La luz? ¿Qué luz? —pregunto intrigado y escuchando como el ruido se aproxima.

—Si, tal vez esa cosa nos persigue porque tenemos luz. Quizá solo persigue la luz y si las apagamos deje de hacerlo.

Su idea suena lógica y no me puedo negar a cualquier sugerencia que nos ayude a salir de esta situación.

Apagamos las linternas.

—Bien, vámonos —digo en un susurro.

—No, no podemos correr, escuchara nuestros pasos y nos seguirá.

La idea empieza a perder su encanto y me preocupa que este tan decidida a quedarse quieta.

—¿Estás loca? Nos atrapará, está muy cerca —exclamo entre susurros, aunque no sé exactamente donde está su cara.

—Si nos quedamos quietos, pensara que no estamos y regresara por donde vino. No nos vera entre la oscuridad.

—Pero es que... bueno —apagamos nuestras linternas. La tomo del brazo para equilibrarme y nos pegamos a la pared cerca de una columna.

El sonido se hace más intenso, se pueden distinguir pisadas de enormes y pesadas patas o quizá garras que se arrastran y caminan a paso ligero. Se oye el agua que salpica.

El ruido esta cada vez más cerca y de repente se calla. No se escucha nada.

Siento un olor a podrido y una leve brisa me llega en el rostro, que es más como una... una respiración.

La bestia esta respirando en mi cara.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora