Cap. 24: El hallazgo

92 7 0
                                    

—Lindas piernas galán —he salido tan deprisa que no me he dado cuenta que estoy en calzoncillos, me pongo rojo de vergüenza.

Las chicas empiezan a reír y no me queda más remedio que unirme a ellas. Quince minutos después me encuentro vestido y comiendo una fruta que nos hemos encontrado en un árbol que crece cerca de aquí. Mónica ha dicho que la conocía, según ella, es familia de las naranjas, creo que la ha llamado toronja o algo similar. La verdad es que en la Aldea los cultivos no eran muy variados, se cosechaba mayormente el maíz, el trigo, las zanahorias, las papas, las naranjas y los plátanos.

—¿Creen que esa sea la ciudad a la que debemos ir? —pregunta Leah quien ha empezado a guardarse unas cuantas toronjas en la mochila.

—Seguro que si, hemos seguido el camino que nos han dicho y además, dudo que logremos llegar a tiempo si debemos caminar mas, seguramente el generador debe estar por apagarse —digo mientras me pongo la mochila en los hombros y me guardo un cuchillo en el cinturón.

—¿Están listos? —pregunta Mónica. Todos asentimos y emprendemos la marcha hacia nuestro destino.

El camino se hace más largo a medida que avanzamos. La ciudad esta aun lejana, podemos ver unos edificios de tamaños impresionantes alzándose a lo lejos. El sol ha empezado a elevarse en el cielo y el calor parece no tener piedad de nada.

Me pregunto cómo estarán todos en la aldea. Supongo que algunos estarán asustados debido a que las fallas deben haber empeorado, eso si el generador no se ha detenido ya por completo. Entonces me acuerdo de mi madre, hace mucho que no pensaba en ella y me siento mal al ser consciente de ello. De seguro que debe saber lo que me ha ocurrido y, conociéndola tan bien como la conozco, habrá formado algún pleito por ello. Siempre ha estado a favor de mantener la paz en la aldea pero si hay algo que le molestaba era que hicieran las cosas a sus espaldas. Espero que comprenda que todo esto se ha hecho por el bien de todos, así como me toco a mí aceptarlo.

Estamos quizá a medio camino de llegar a los límites de la ciudad cuando nos detenemos bajo un árbol, las ramas están casi desnudas y no vemos señal de humedad, es un milagro que siquiera exista este árbol.

—El camino parece alargarse a cada paso —dice Mónica mientras toma un sorbo de agua—. No sé como haremos para tener que caminarlo todo de regreso.

Por muy extraño que pueda sonar, no es hasta ese preciso instante en el que caigo en cuenta que debemos volver hasta la aldea. Es decir, estaba consciente de que debemos volver a la Aldea pues por eso se nos encomendó esta misión, me refiero a que me encontraba tan sumergido en la idea de conseguir el núcleo que ello se convirtió en mi prioridad, no me importaba como, mi meta era conseguir llegar a la ciudad y encontrar la fuerte de energía que devolvería la vida al generador y la seguridad a la Aldea. Sin embargo no me había puesto a razonar en como volveríamos a la ciudad.

Supongo que tendremos que regresar por el camino por el cual hemos llegado hasta acá. Pero, ¿Qué pasará si nos encontramos con otro obstáculo en nuestro camino de vuelta? Eso suponiendo que logremos hallar los núcleos. ¿Y si nos volvemos a encontrar a la bestia? ¿Cómo haremos para volver en la parte en la que cruzamos por el túnel? Está claro que no podemos regresar por allí, ¿Abra otro camino? Las ideas se agolpan en mi mente, como si todas se encontraran a la espera de que la realidad me golpeara para amontonarse en mi cerebro y volverme un manojo de nervios.

—¿Estás bien? —oigo que me pregunta Leah, creo que ha notado mi preocupación.

—Sí, está todo bien —miento. La verdad es que tenemos mucho de qué preocuparnos como venir a empeorar la situación—. ¿Les parece si seguimos? Quisiera llegar lo más pronto posible.

Nadie dice nada durante un buen rato, el sol ha bajado un poco, sin embargo el calor no ha cambiado ni un grado. Ya podemos ver las primeras señales de civilización. Hemos empezado a caminar sobre una cuarteada carretera llena de escombros, hay un par de letreros que señalan rutas a diferentes lugares dentro de la ciudad y un gran cartel que nos da la bienvenida.

Al llegar a la primera edificación en pie, que nos indica que ya hemos llegado a la ciudad, empiezo a comparar el tamaño de los edificios. La verdad es que la gran mayoría son del mismo tamaño, sin embargo hay uno que sobresale entre todos, es imponente y a pesar del tiempo el cristal de los cientos de ventanas refleja el sol en todas las direcciones, de seguro ese debe ser.

Estoy a punto de decir que deberíamos empezar por ese cuando Mónica nos llama a Leah y a mí con una urgencia que se nota en su voz. Rápidamente corremos hacia donde se encuentra y al llegar un olor extraño y desagradable me llega a la nariz. Veo a Mónica, esta pálida y tiene la mirada clavada en el piso, al ver hacia donde ella tiene la mirada el corazón me da un salto y entiendo porque se ha quedado impactado. Allí, entre un charco de sangre seca hay un cuerpo que ha empezado a descomponerse levemente, sin embargo sus rasgos faciales son inconfundibles, es el cadáver de Marlene.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora