Cap. 20: Un rostro familiar

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La luna brilla justo sobre nuestras cabezas como un gran foco en medio de una sala. La figura que no deja de apuntarme se mueve un poco y el contorno se convierte en una persona. El resplandor de la luna me permitirme verle los rasgos faciales, es una mujer, lleva el cabello enmarañado y enredado, los labios se contornan para formar el reflejo de una sonrisa burlona y los ojos, abiertos y brillantes como los de un búho.

Es miedo me hace latir el corazón tan deprisa que lo siento en la garganta, me ha paralizado por completo y soy incapaz de mover un músculo.

Siento como una mano se apoya en mi hombro, es Mónica que está a mi lado, igual de perpleja que yo con la mirada fija en la desconocida. Noto como se estremece un poco cuando la extraña se endereza de repente, mueve su mano y yo estoy seguro que este será nuestro final.

Entonces pasa algo que me deja desconcertado, la mujer se echa a reír y baja su mano. Entonces caigo en cuenta que la risa no es la de una mujer adulta, es la de una joven, y entonces lo entiendo todo.

—¿Marlene?

—Debieron ver sus caras —suelta ella de lo más natural, entonces oigo a un chico que habla desde detrás de mí.

—No ha sido tan gracioso Marlene, en realidad ha sido una niñería —es Anthony, el compañero de Marlene.

Estos días han sido tan difíciles que no se me ocurrió pensar qué les habría sucedido.

—Vamos, si que lo fue —dice Marlene aunque noto que al observar el terror que ha provocado en nosotros se ha sentido un poco culpable y deja de reír para optar por una expresión más seria.

—Discúlpenla, es que desde que encontramos estas armas de fuego Marlene no deja de presumir —Marlene pone los ojos en blanco.

Pasando el susto inicial el ambiente se relaja un poco y sin resentimiento que guardar, los cuatro nos ponemos al tanto de lo que ha pasado.

—¿Entonces dicen que Leah está muy grave? —pregunta Marlene.

—Si, el corte perforo profundo y no tenemos con que tratar la herida.

—¿Y tu compañero? —pregunta Anthony a Mónica.

—En la panza de una serpiente gigante.

—¿Murió? —tanto Marlene como Anthony parecen impresionados, según recuerdo ellos conocían un poco más a David. Mónica solo asiente y el silencio vuelve se reinar.

El alba se empieza a ver en lo lejos, la mejor opción sería empezar a caminar antes de que el sol sea intolerable pero no podemos avanzar con Leah así, y por ninguna razón la dejare aquí.

Al final decidimos que lo mejor será separarnos de nuevo. Mónica les da dos botellas de agua y ellos nos dan una de esas armas que disparan proyectiles.

—Las encontramos en un edificio llamado estación de policía, había un par por ahí y tomamos unas, Anthony sabía como usarlas por suerte —nos cuenta Marlene.

—Si, el modo de uso es similar a las que usan los guardianes —Anthony nos enseña cómo se usan y la verdad es muy sencillo.

Entre todos tomamos a Leah y la llevamos con mucho cuidado a una casa que está cerca de aquí, luego Marlene y Anthony se despiden y reemprenden su camino.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora