Cap. 15: Implacable y ardiente sol

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La luna llena nos da la luz suficiente para seguir nuestro camino durante la noche, pero estamos demasiado cansados. Solo nos queda la mitad de nuestra comida luego de que Leah perdiera su mochila en el túnel, cosa que notamos apenas, y aun faltan al menos tres días para llegar a la ciudad.

—¿Aun te queda agua?, solo tengo un trago más —me dice Leah, quien por suerte había guardado su agua en mi mochila.

—Un poco, pero aun puedo aguantar —contesto, aunque la verdad muero de sed.

Llegamos a lo que parece un granero abandonado. Está en muy mal estado pero es mejor que pasar la noche aquí afuera.

—Mañana debemos continuar apenas amanezca, si nos damos prisa llegaremos en pocos días.

—Debemos solucionar el problema del agua, si no encontramos una fuente potable, moriremos de sed —me dice Leah mientras inspecciona el granero con mi linterna.

Dentro del granero solo hay chatarra; tablas de madera y grandes piezas de hierro y metal.

—¿Deberíamos hacer guardia? la última vez que pensamos estar a salvo una bestia nos persiguió.

—Si, primero yo y luego tu —le digo.

Ella se recuesta en una esquina y yo me siento a su lado mirando hacia la puerta solo con un cuchillo en la mano.

La noche transcurre sin ninguna novedad. El silencio y la desolación reinan en el lugar mientras el cansancio me tira de los parpados. Casi no logro mantenerme despierto, debo luchar por no dormirme. Tal vez debería despertar a Leah, debo mantenerme despierto, pero el placer de la calma al cerrar los ojos me inunda y dejo que la oscuridad me lleve.

Al despertar descubro a Leah sentada en la entrada del granero, los rayos del sol empiezan a asomar por la puerta, ya es hora de seguir.

—Oye, lamento mucho no haber podido cumplir mi parte del trato, es que yo...

—No te preocupes —me interrumpe—. Ambos estábamos muy cansados, te entiendo.

—¿Quieres comer ya? —pregunto. Ella asiente.

Tomamos una lata de sopa cada uno y un miserable sorbo de agua, la cual se nos ha terminado. Emprendemos de nuevo nuestro camino, debemos darnos prisa si queremos llegar lo más pronto posible.

Ya llevamos medio día caminando, la falta de agua se empieza a manifestar, el sol inclemente nos quema y hace arder toda la piel expuesta. Mi vista se empieza a nublar y mis músculos fallan. Hay muy pocos árboles alrededor y la mayoría son solo troncos secos.

Más adelante hay una casa derrumbada, pero tiene el techo del frente aun en pie.

—Debemos llegar, solo faltan un par de metros.

Leah no contesta, solo oigo un sonido, como el de un costal al caer. Miro atrás y veo que se ha desmayado, seguramente por la falta de agua.

Utilizo mis últimas fuerzas y la arrastro hacia la sombra. Solo me faltan cinco metros pero siento como si su cuerpo pesara el triple de lo que en realidad pesa. Ya casi llego y, con un último grandísimo esfuerzo, lo logro. Estamos en la sombra, pero ya no tengo fuerzas. Me dejo caer a su lado, veo todo nublado y me invade la fatiga, mis ojos se empiezan a cerrar sin yo poder impedirlo. Creo que este es el fin.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora