Amigas y hermanas

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"Narrado por Mónica Jenssen"

Miro cada cinco minutos por la ventana de la sala que da a la calle en espera de ver llegar a Angie, pero aun sigo sin tener señal de ella. Angie vive conmigo y con mis padres desde que sus padres, quienes eran mis tíos, murieron hace ya más de quince años en un trágico accidente.

Siendo yo hija única, Angie es como una hermana para mí, por lo cual no puedo dejar de preocuparme por todo lo que pasó hoy. Esas rocas negras y todo eso me dan muy mala espina. Me preocupa que aun no llegue y que los organizadores no nos hayan querido dar ningún detalle sobre que ocurría.

Observo por enésima vez el reloj pero el tiempo parece estar detenido. Son casi las once de la noche.

Alguien toca la puerta y, como si llevara toda la noche esperando a escuchar ese sonido —y así ha sido—, me levanto de un salto de la cama y corro hasta la puerta para ver si se trata de Angie.

Al abrir veo a dos guardianes de pie frente a mí; el primero es un hombre de mediana edad y el otro es una chica joven.

—¿Se encuentra la señora Jenssen? —pregunta la chica.

—Mamá, te llaman en la puerta —le grito a mi madre que está en la cocina tomando una taza de café. Es lo que ella hace cada vez que le entran los nervios.

Intento averiguar de qué se trata esta inusual visita basándome en las expresiones de los guardianes. Ambos se ven algo preocupados, aunque ansiosos, como si intentaran hacer que el asunto no se vea tan grave, como estoy segura de que en realidad es. Mi madre enseguida llega a donde estoy y saluda a los guardianes con una sonrisa tensa.

—Señora, necesitamos hablar con usted acerca de la joven Angie Twells —informa el hombre.

Oh no. Algo malo pasó —es lo primero que me llega a la mente y estoy segura de que es así.

—¿Podría ser en privado? —agrega la chica.

—Si claro. Mónica, por favor ve a tu cuarto —dice mi madre.

—Pero... —estoy a punto de protestar, pero conozco a mi madre y sé que nada de lo que diga hará que me deje escuchar—, está bien —le digo y me encierro en mi cuarto.

Ella se queda en la puerta hablando con los guardianes.

Al cabo de diez largos minutos, que transcurren con lentitud, escucho como la puerta se cierra y salgo a toda prisa.

—¿Que ha pasado? ¿Dónde está Angie? —le suelto de tajo.

Noto la preocupación en sus ojos.

—Ella... ha sido asignada a un nuevo cargo. No volverá en un tiempo —me dice mi madre con aparente tristeza.

Siento como si me golpearan en la nuca con un tronco. ¿Angie no volverá? ¿A qué se refiere? Esto no es posible

—¿Nuevo cargo? Pero, ¿por qué no nos habían dicho nada? —le pregunto.

—No lo sé, los guardianes no me han dado muchos detalles, dijeron que estará bien.

—Pero, ¿por qué? ¿Qué cargo es ese? —insisto, buscando respuestas.

—Ya te dije que no lo sé. No me lo han dicho. Ahora... debo tomar una taza de café antes de irme a dormir, me duele la cabeza —me dice tratando de ser lo más natural posible, pero yo se que algo extraño oculta.

Esa noche no puedo dormir pensando en ella. Mi madre me oculta algo, lo note en como hablaba; su voz se cortaba y tenía los ojos brillantes. Y el café, siempre toma mucho café cuando algo malo pasa.

No sé qué está pasando pero lo averiguare de inmediato.

Son casi las cinco de la madrugada. Cambio mi pijama por unos vaqueros azules, una camisa azul marino, mis botas de campo y una chaqueta de cuero negra que me queda justa. Tomo mi mochila en busca de una libreta, abro un cajón y saco un lápiz, luego arranco una hoja y escribo una nota a mi madre.

He salido a averiguar qué ha ocurrido con Angie. Sabes lo frágil que es y no permitiré que la obliguen a hacer algo que la deprima. La traeré a casa, lo prometo.

Mónica J.

Prenso la nota en la mesa con un salero y me dispongo a salir.

Abro la puerta con cuidado de no hacer ningún ruido que pueda delatarme y me escabullo de la casa para quedarme bajo el umbral de la lámpara de la entrada, pensando bien lo que hare.

¿A dónde la han llevado? —pienso. Medito unos segundos las opciones y la idea más lógica salta a mi cabeza;

—La alcaldía.

Creo que ese será un buen lugar para iniciar mi recorrido en busca de mi amiga. Miro atrás, sé que es muy arriesgado y que puedo meterme en muchísimos problemas, sin mencionar que mis padres, en especial ni madre, me darán un buen regaño por esto, pero Angie es mi hermana y hare todo por ayudarla.

Luego de formar un plan algo decente y organizar una estrategia de búsqueda, emprendo mi camino hacia la alcaldía y sin mirar atrás permito que la oscuridad de la calle me cubra por completo.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora