Cap. 17: La bestia

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Lo que tengo frente a mi no puede ser nada más que una mutación. Aunque esta entre la maleza y ya ha empezado a oscurecer, puedo ver sus ojos brillando a la luz del ocaso. Mi corazón se paraliza y por un instante no logro moverme ni un centímetro.

Oigo la voz de Mónica hablarnos muy despacio y bajo.

—No hagan ningún movimiento brusco, caminen despacio.

La enorme bestia nos mira con una expresión que me hace temblar del miedo. Nos observa como pensando a quien debería comerse primero.

Cuando llevamos unos tres metros retrocediendo de la bestia, Leah tropieza con unas latas haciendo un ruido estrepitoso, lo cual provoca una reacción de enfado en la horrible aberración que tenemos enfrente.

Un chillido infernal proveniente de la bestia hace que cada vello de mi cuerpo se ponga de punta.

Solo escucho la voz de Mónica gritando que corramos mientras una mano tira de mi brazo y a continuación empiezo a correr tras las chicas.

Corro tan rápido come me es posible, no me detengo a mirar hacia atrás, pero casi puedo percibir el aliento asqueroso de la bestia.

—¡Por aqui! —oigo decir a Mónica. Al mirar a mi derecha veo que ha logrado abrir lo que parece un artefacto mecánico de metal con ruedas.

Sin pensármelo dos veces tomo a Leah de la manga de su chaqueta y empiezo a correr hacia donde se haya Mónica.

Ayudo Leah a entrar al artefacto mecánico que espero nos sirva de resguardo. En el último instante cuando ya estoy a punto de entrar miro hacia atrás y por primera vez caigo en cuenta de lo horrible que es. Se ve como un oso pero más grande y aterrador, con dientes como navajas y garras como cuchillos. Y lo peor son esas horribles lanzas de hueso que tiene en su espalda, como si fuese un reptil.

—¡Qué esperas! ¡Entra ya! —la voz de Mónica me saca del aturdimiento y subo en el último instante.

Al cerrar lo que creo que es la puerta de esta cabina metálica, veo como la bestia impacta contra nosotros quebrando el cristal del frente, lanzando vidrios hacia todos lados.

Todos gritamos un instante. Quizá tengamos mucho miedo pero estamos decididos a no morir hoy.

Miro a mí alrededor buscando algo que me ayude y solo veo un objeto saliendo de una de las mochilas. Sin pensarlo lo tomo y cuando la bestia mete su horrible cabeza por el agujero, lista para despedazarnos, le clavo el cuchillo en la cuenca del ojo dejándolo casi ciego.

La bestia emite un rugido tan fuerte que casi me deja sordo, pero afortunadamente es suficiente para que se rinda y salga corriendo a internarse en el bosque.

Tardo un instante en comprender lo que acaba de ocurrir.

''Seguimos vivos, por ahora''.

Más allá del bosque del AvernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora