Capítulo 8

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Olivia

Mi tacón se rompió y creo que también pisé un chicle. Sep, ahí está, grande y rosado en la suela de mis tacones negros. Odio los tacones, los he odiado siempre y siempre lo haré. Mamá intentó que los usara durante mi época de adolescente pero se rindió rápido. Abby era la femenina de las dos. Yo estaba perfecta con un par de zapatillas usadas.

El camino a casa se está haciendo cada vez más largo y mi mala suerte es la estrella de la jornada. Primero casi pierdo el vuelo a Kentucky porque mi compañera de cuarto apagó la alarma y cuando creí que podía alcanzarlo si me iba corriendo al aeropuerto en pijamas mi futura jefa llama para que vaya a la oficina para una breve reunión.

Mi vuelo salía en un poco más de dos horas. Me cambié a la fuerza y me peiné como una persona decente y por si eso todavía no es demasiado tuve que ponerme un traje y tacones, el lema de mi jefa, la Sra Collins, es "las apariencias lo son todo y más si se trata de ir a trabajar a una linda oficina", es lo más estúpido que escuché pero por supuesto no se lo dije cuando lo escuché de ella, me limité a sonreír y asentir como un robot. Cuando se fue de mi lado solté una risa amarga y me largué.

A pesar de ser invierno, mi calor corporal mezclado con desesperación y nervios es lo que me hizo sudar como un testigo falso cuando salí corriendo, literalmente, apenas terminó la reunión. Si consigo este trabajo puedo imaginarme en más reuniones aburridas como ésta pero voy a disfrutarlo. Me graduaré en mayo con un master en administración, siempre fui buena para los cálculos, organización y me gusta mandar a la gente, supongo que es mi trabajo soñado.

Papá no tiene idea de que estoy aquí. Íbamos a vernos en unos días más pero el campus tuvo un percance con unas cañerías rotas y se puede decir que todo quedó inundado, así que nos dieron una semana antes de las vacaciones de invierno para irnos a casa. Recuerdo que ese día me contuve para gritar de felicidad ante el anuncio del rector y no pensé dos veces en comprar el boleto de avión.

Mi traje está mojado por la lluvia helada que cayó hace un momento. Mi pelo parece haber sido parte de un proyecto eólico, mi maleta de repente se puso más pesada y estoy caminando descalza por la acera porque acabo de tirar mis zapatos a un basurero, pero estoy feliz porque mis pies están respirando y aún más porque voy a ver a papá.

Lo he extrañado demasiado.

Con mis prácticas y estudios no he podido estar en contacto con él como siempre lo hice pero espero que esta sorpresa lo compense. El vecindario sigue igual, sé que tenemos nuevos vecinos porque papá me lo contó una noche en la que estuvimos hablando por un largo rato, también puedo notar que la calle está limpia. Eso es nuevo. Algo bueno.

Puedo ver mi casa a unos metros y la camioneta de papá, sonrío, está en casa. Corro los últimos pasos de distancia con cuidado de no hacer ruido con mis cosas y abro la puerta con suavidad, dejo la maleta al lado de la mesa donde ponemos las llaves y miro a mi alrededor. En las últimas visitas papá creyó que podía engañarme diciendo que lleva una vida organizada con la casa limpia pero puedo ver que en realidad la debe limpiar unas horas antes de que cruce esta puerta. Muy inteligente.

Escucho un ruido en la parte de atrás de la casa y entorno los ojos.

-¿Papá?-paso las escaleras de la sala y me dirijo a la cocina. ¡Papá!- grito un poco más fuerte. La puerta de la cocina que lleva al patio se abre y un hombre alto aparece.

-¿Qué..

-¡Papá!- corro y lo abrazo, se sorprende por un instante y me corresponde al segundo.

-¡Little Bee!- me levanta en su abrazo y ríe- ¿qué estás haciendo aquí?- se separa y lleva sus manos a mi cara- ¿y por qué estás tan mojada? ¿No trajiste un paraguas contigo? ¿Acaso corriste?

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