•••Presente.
—Estas loca —espeto, sacando mis vestidos del equipaje para colgarlos en el vestier. No tengo muchos porque los que tenia me han dejado de quedar con los años, pero hago lo que puedo.
—Nada de eso, a ver ¿no te sabes la historia de madame de Pompadour y el rey Luis XV? —Anastasia me mira con sus ojos café soñadores mientras me quito el corsé para ponerme un vestido suelto de dormir celeste.
—No ¿quién es esa?
—Una mujer muy hermosa que se paseaba cerca de los jardines de su palacio, el rey la vio y la convirtió en su amante.
—Estoy segura que la historia real no es solo esa, además ¿te vestirás sensual para que Kael Mornindark te convierta en su amante? —bufo —tendría que ser muy promiscuo para hacer eso.
—Algunos lo son, pero si el rey no se fija en mi, algún noble podría hacerlo.
—Ana, has vivido toda tu vida lejos de la civilización. Acercarse a un monarca no es tan sencillo como en los cuentos de fantasía.
—Ellos interactúan mucho con la gente en fiestas y eventos ¿no?
—Fiestas a las que te recuerdo no podemos asistir porque son solo para miembros de la nobleza y gente con títulos o trabajos importantes.
—Pero, tu eres de familia noble, cuando se pruebe tu inocencia puedes ir y llevarme.
Ana es una chica soñadora aunque tosca en ocasiones, le gusta el amor y tiene una idea hermosa de lo que es un "felices para siempre". No la culpo, de hecho muy en el fondo se que también poseo un lado romántico empedernido, que ha sido llenado con los mejores libros de relaciones hermosas ficticias y que quiere ser consentido.
Es lo natural querer compañía y soñar despierto.
—Tal vez si pruebo mi inocencia vuelva al convento o trabaje con mi hermano. Ningún hombre querrá casarse conmigo, por mi fama, así que no creo ponerme a buscar marido.
Una voz en mi cabeza me recuerda que si hay alguien dispuesto a casarse conmigo, pero en seguida la callo. No es el momento y él no es la persona con la que me idealizo casada, por mucho aprecio que le tenga.
—¿En un convento? No tiene sentido, desperdiciarías todo tu talento —toma mi cepillo para pasarlo por las puntas de su cabello, tiene un lindo corte que le llega a los hombros —¿Por qué no mejor te unes al servicio? se que por órdenes de la princesa ahora las mujeres también podemos.
—Porque saber pelear es una cosa y el ejército es otra muy distinta, luego hablamos de eso —quiero cambiar de tema, el rumbo de mi futuro no es mi cosa favorita para hablar —mejor dime ¿Cuál es tu plan caza hombres? parece que viniste a buscar marido.
—Mi madre cuando hablábamos me dijo que antes la monarquía convocaba señoritas y entre ellas elegían cortesanas para vivir en el palacio y atenderlo —se ríe cuando hago una mueca —es en serio.
—Hace mucho no se practica lo de tener miles de mujeres en un solo palacio para las necesidades de un rey —trato de imaginarme a Teseo haciendo eso, pero solo recuerdo a un hombre que veía con mucho cariño a su esposa. Y si Bastian lo hacía yo estaba muy pequeña para enterarme de esos chismes.
Ahora estamos en la capital, en la casa que mi abuelo le dejo a mi hermano como herencia. Oscar gastó bien dinero en hacerle unas reformas estos años que ha estado viviendo más aquí que en Bello Sacro, y la verdad quedó muy bien decorada.
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El monstruo de la reina (1) ©
Romance"Una travesía en la que aprenderás que el amor y el odio se miden con la misma vara." Simonett Khespy hubiese tenido una vida tal vez no perfecta, pero si con menos contratiempos, de no ser por esa copa de vino envenenada que torció el curso de su d...