Capítulo 23 (editado)

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Me estaba muriendo del amor cuando escribí y edité este cap, así que mueran de amor conmigo.  

•••

Kael está repiqueteando el dedo índice contra la madera del escritorio, llenandose de serenidad luego de tener que gritarle a Gargamel que saliera de la oficina porque el consejero, aunque ese no creo que sea el papel que desempeña, insistía en quedarse para ver que pasaba.

Una llovizna muy pequeña rebota en la ventaja detrás de él, acompañándolo en esa actitud insociable que tiene conmigo desde el día que entre a su gabinete por equivocación. Agradezco que al menos el choque de las gotas contra el vidrio ocupan el engorroso silencio que tenemos.

—¿Que pensaste cuando te culpamos por asesinar a mi padre? —su pregunta fue justo como es él, directa —¿tenías miedo?

—¿De donde viene ese interés por mis sentimientos?

—Solo es una duda, toma asiento —me señala el sillón de pulcra madera y yo dudo antes de sentarme, en cuanto lo observo me percato en la rígida vena de su cuello que su cuerpo entero se pone tenso —quiero saberlo de tu boca.

—Creo que pensé lo que cualquiera estando en esa situación —intento ser sincera con la mayor seriedad posible, nunca he sentido afinidad por ponerme vulnerable frente a nadie —que estaban siendo injustos, no me dejaron hablar y yo solo era...

—Una chiquilla, si —su mano se cierra en un puño que oculta cuando nota que lo puedo ver. Pero en seguida se levanta del majestuoso asiento y camina de un lado a otro, entonces va directo al armario que descansa en una esquina por una botella llena de un líquido marrón —y cuando Joane te ayudó a escapar ¿qué pensaste?

—Al principio estaba desconfiada ¿sabes? es raro que actuara en tu contra, pensaba que se estaba burlando de mi, pero resultó ser muy sincera —se ríe con un toque de ironía, poniendo un vaso cristalino frente a mi —¿qué es?

—Si, tan sincera. Es whisky.

—No lo he probado —omitiré decir que es sumamente inadecuado que él me esté sirviendo algo a mi, no voy a destruirle esa iniciativa.

—Entonces bebe despacio —se despeina el cabello cuando lo pasa por encima, parece abrumado. Sigue caminando hasta quedar parado detrás de mi silla —¿sientes rencor por lo que pasó? ¿quieres algún tipo de venganza?

La interrogante me desata un temblor por toda la espalda, como si mi piel me regalara un recordatorio de lo mucho que dolieron eso azotes y que por siempre tendré las huellas de ese día conmigo. Aunque rehiciera mi vida esas asquerosas cicatrices van a recordarme lo tonta que he sido en mi pasado.

—Me dan rabia algunos recuerdos, pero a ti no te tengo rencor, si es lo que preguntas —¿como podría odiarlo ahora? hubiese podido encerrarme en una celda y no lo hizo.

—¿Hay alguien a quien si se lo tengas? —su mano se posa en el espaldar de la silla.

—A la reina Salomé —soy buena para ocultar cosas, pero para mentir soy un desastre. Aún tuerzo el gesto al recordar la humillación que yo tenía en comparación con su demostración de poder  —se que abdicó y soy incapaz de hacer nada a una persona enferma, así que no te preocupes por mí.

—Entonces, Simonett Khespy —aunque no lo veo, siento perfectamente como se inclina hacia adelante y suspira profundo, como preparándose para lo que sigue —¿nos perdonas?

—¿Kael Mornindark me está pidiendo disculpas o son ideas mías? tienes que pellizcarme.

—No hagas que me arrepienta —declara muy cerca de mi mejilla.

El monstruo de la reina (1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora