Capítulo 14 (editado)

463 61 105
                                    



•••

Simonett

El olor de las bebidas champanizadas, los perfumes costosos y económicos que se encuentran en la sala, y las voces resonando por todo el lugar son suficiente motivo como para marearme. Aún más cuando el hombre de quién me oculto acaba de tocarme los brazos, aumentando así mi paranoia.

Por años imaginé está situación, fantaseando con la valentía que tendría al momento de toparme nuevamente con la monarquía. Más la realidad es algo muy distinto y en mi mente todo parecía más fácil.

Me atacan leves teblores en las manos y mi espalda comienza a sudar cuando Anastasia me jala lejos hacia una esquina del salón, algunos caballeros insisten en sacarme a bailar y en el camino debo declinar.

—Señorita, si pudiera reservarme uno de los vals para...

—Lo lamento caballero, pero mi amiga se siente muy indispuesta —interrumpe Anastasia, que nota la calentura que me da y me tiende sutilmente su abanico.

—¡Pero será posible! ¿qué es lo que le ocurre?

—Sufre de terribles mareos, verá, su ex marido ronda por aquí y le ha dado un dolor de cabeza sólo por verlo a lo lejos. Es un hombre muy celoso y violento —el señor de espeso bigote me mira, como preguntándose si vale la pena enfrentarse a un ex marido necio solo por un baile conmigo.

—¿Y quien es ese hombre? —pregunta, yo cada vez siento más ganas de alejarme de la multitud.

—Oh, lo hemos perdido de vista —parece pensarlo seriamente, pero Anastasia resuelve rápido sus dudas —¡ahí está! Por favor aléjese, ayude a estabilizar a mi amiga.

No le da tiempo al pobre hombre de responderle, lo deja ahí con los labios abiertos y las manos al aire. Nos detenemos en una esquina mientras yo me abanico tratando de quitarme esa sensación de calor tan horrible.

—¿Qué tienes?

—¡Bruta! ¿por qué me empujaste a los brazos del rey?

—Tienes que hablar con el, Simonett, asististe por eso ¿no? y lo único que haz hecho es ocultar tu rostro —está claro que su actitud se debe a mi comportamiento cobarde.

—¿No ves que no es el momento? Él seguro es capaz de humillarme frente a todos si entera de quién soy.

—Bueno, esta bien. Pero debes prometerme que lo intentarás cuando lo encuentres más solo —asiento, dándole mi palabra —pero ¿qué sentiste al volverlo a ver? ¡el hombre es de otro mundo! Nunca me imaginé que se viera tan... No lo sé, tan...

—¿Atractivo?

—¡Más que eso! Su físico mezclado con ese porte tan amenzante, su actitud grita que es el rey ¿cómo no caes enamorada de un hombre así?

Me trago las palabras, intentando hacerme la desentendida ante mi amiga. Lo cierto es que no solo fue él lo que me impactó, sino que mi cuerpo parecía reaccionar solo a su tacto.

¿Hará que toda mujer a la que toca sienta aquel mismo cosquilleo? ¿o será solo mi temor a que me descubra y me mande a la guillotina?
Prefiero convencerme de que es lo segundo, odiaría pensar que posee tal capacidad de atracción.

El monstruo de la reina (1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora