Capítulo 25 (editado)

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Cumplido mi sueño de tener una planta de orquídea mariposa en la habitación, ahora no puedo dejar de admirarla, luce perfecta y cae en una graciosa curva buscando el sol que entra por la ventana. Ostenta un color entre el celeste y el rosado que me cautiva tanto como para estar atontada por horas.

Ahora la flor me observa desde su maceta mientras Clementina se esfuerza por hacerme una elaborada trenza llena con flores silvestres, es lo bueno de Mirena, tiene una flora y fauna espectacular y puedes encontrar desde las mas venenosas a las mas dulces y gentiles.

—¿Quién le ha dado la idea de este disfraz, señorita? —una de sus manos reposa en su crecida panza, mientras que la otra me encaja racimos coloridos en el cabello, la observo a través del espejo del tocador con una sonrisa.

—Me inspiré en una diosa mitológica en la que creían los Mirenistas hace muchos siglos.

—¿Y era una diosa de las flores?

—Diosa de la primavera —le explico —en la conquista del antiguo reino desterrado, ellos trajeron consigo sus creencias, y pensaban fielmente que habían muchos dioses, uno para cada cosa. Esas historias quedaron en simples cuentos que entretienen a los niños.

—Pero eso es mas profundo que mi disfraz de la llorona, soy un monstruito embarazado —se queja, aunque la verdad luce preciosa.

—No digas tonterías, estas hermosa, y la barriga le da un toque distintivo —me sonríe a través del reflejo con agradecimiento y se aleja para observar el resultado final de su trabajo.

—Solo falta el vestido y luego iré con la señorita Anastasia —anuncia, buscando la prenda en mi vestier —hoy va a ser uno de los centros de atención, es su primer evento publico desde que la liberaron, así que debe lucir preciosa, más de lo que ya es, claro.

—Con moderación, no queremos hacer un espectáculo tampoco.

—A mi no me diga nada, el vestido lo escogió su amiga —me recuerda. Siempre le confío a Anastasia las cosas que me pondré debido a su buen gusto para los atuendos.

Clementina saca el traje y lo estira sobre la cama, sus dedos vuelan a su mentón intentando encontrarle una forma decente al vestido, yo deslizo mis manos sobre la sedosa prenda ¿cómo Oscar accedió a pagar por una cosa así? estoy segura de que él aun no lo ha visto.

—Ella tiene muchas ganas de que usted llame la atención —habla finalmente mi ayudante.

—Y Altair también, tengo entendido que la apoyo en la decisión del vestido, dice que si no te miran no existes.

—Eso es algo pretencioso, si me permite decirlo.

—No te preocupes, a veces pienso lo mismo —tomo la prenda en mis manos, detallándola —voy a necesitar que me ayudes a ponérmelo.

—¿Entonces si lo va a usar? —la percibo sorprendida, yo también lo estaría en su lugar.

—Bueno, no hay que desperdiciar el dinero gastado en esto ¿no?

La verdadera razón por la que estoy haciendo esto es porque sé que Kael estará ahí, y por mucho que quiera negarlo, quiero demostrarle que a pesar de lo que paso la ultima vez que nos vimos, yo puedo seguir con mi vida sin que se vea turbada por su presencia ¿y que mejor manera que usar un llamativo vestido y aceptar platicas con personas desconocidas?

Además, tal vez lucir atractiva me ayude a volver a entrar en sociedad, suena terrible pero así es como funcionan las cosas. No voy a quedarme cruzada de brazos observando como la vida me lleva por delante, y si no tomo ventaja seguiré siendo una vergüenza social.

El monstruo de la reina (1) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora