Capítulo 40

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El fin de semana fue unos de los mejores días que he pasado con él. La sesión de fotos salió bien, incluso nos dio un par de horas más en el lugar turístico para disfrutar, esas horas las pasé con él recorriendo el lugar, tomados de la mano como una pareja.

En la noche regresamos a Hessen, llegamos en la madrugada. Jaxon decidió quedarse en mi casa, pero tiene que ir a su casa para traer ropa y quedarse conmigo toda la semana. Acepte la idea, después de dejarme en casa se fue. Mientras espero a Jaxon me doy una ducha y me visto con el pijama, voy a la sala a esperarlo; enciendo el televisor y le dejo en una película de ficción, cansada por el viaje me quedo dormida en el sofá.

Despierto por el sonido del timbre de la casa, alguien llama a la puerta, por un momento pensé que sería una alucinación mía, pero de nuevo suena el timbre. Con pocos ánimos agarro mi celular y veo la hora, han pasado tres horas y Jaxon no llega. Recuerdo que el timbre suena y me levanto rápidamente para abrirle la puerta.

Repentinamente un cuerpo masculino cae sobre mí, logro controlar el peso de los dos para no caer. Con miedo lo empujo logrando separarlo de mí, al observarlo me doy cuenta que es Alexander, el amigo de Jaxon. «¿El que hace aquí?», el olor al alcohol golpea mis fosas nasales y de inmediato me doy cuenta que está ebrio.

No puede controlar su peso y se deja caer de nuevo encima de mí, y lo atrapo para sostenerlo, miro hacia afuera y no veo a nadie en la oscura calle; sin dudarlo lo meto a la casa, lo arrastro hasta llegar al sofá y lo aviento.

Me limpio las pocas gotas de sudor de la frente y lo observo, se quedó dormido, está demasiado borracho. Mi pregunta es ¿Cómo llego?, imposible que haya manejado y lo más raro es el cómo llego a mi casa.

Sin dudarlo tomo mi celular y le llamo a Jaxon para avisarle lo que acaba de pasar.

— ¿Qué pasa, nena? —contesta la llamada.

—Jaxon, necesito que vengas rápidamente.

— ¿Qué sucede?

—Tu amigo Alexandre está aquí en mi casa, llegó ebrio.

— ¿Qué hace ahí contigo?

—No sé, toco mi puerta y abrí pensando que serias tú.

—Nena, no debiste... Olvídalo, voy en unos minutos.

La llamada termina, regreso de nuevo con el borracho dormido que está en mi sofá; se ve tan perdido, no me imagino cuanto debió haber bebido para terminar en ese estado.

En unos minutos después escucho el auto de Jaxon estacionarse enfrente de mi pequeña casa. Me asomo por la venta y confirmo que es él, toca el timbre y le abro.

— ¿Estás bien? —pregunta.

—Si estoy bien, pero tú amigo no.

Respira con frustración, lo ve tirado en el sofá, se acerca a él y lo inspecciona.

—Está bien, solo está pasado de copas. Nos tenía preocupados.

— ¿Quiénes? —pregunto con confusión.

—Voy hacer una llamada a un amigo que lo estaba buscando —avisa.

—Sí, claro.

Jaxon se aleja un poco, saca el celular de su bolsillo y le marca a su amigo. Comienza a hablar con él y en unos minutos termina la llamada.

—Vendrá aquí, ¿Hay problema?

—No, puede venir.

Mientras llega su amigo le preparo algo de cenar, algo sencillo solo café no quiso más. Minutos más tardes suena de nuevo el timbre, esta vez Jaxon se levanta a abrir la puerta y voy detrás de él. Entra a mi casa un atractivo hombre de cabello rubio, saluda a Jaxon y luego a mí con una sonrisa.

LIBIDO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora