Llegamos a nuestro lugar de origen, las tierras alemanas. Jaxon me lleva a casa y él se va a la suya para ir por sus cosas, pasará unos días conmigo. Al día siguiente por la tarde salimos a comprar mi vestido para la pasarela y después nos dirigimos a un restaurante.
Termino de arreglar mi cabello, «me costó mucho trabajo hacerme los rulos», y me doy unos últimos retoques de maquillaje. Desde el redondo espejo del tocador puedo ver a mi novio acomodándose la camisa de seda con olanes; dejo el labial sobre el mueble y me acerco a él. Alejo sus manos de la camisa y le ayudo a abrochar los botones dorados. Cada vez que abrocho un botón contemplo con anterioridad su piel bronceada.
—Esta hermosa —me alaga al tenerme enfrente.
—Y tú muy guapo.
Termino de botonar su camisa, paso mis manos por la prenda para quitar rastro de arrugas en ella, levanto la vista encontrándome con el hermoso gris plomizo de sus ojos y le sonrió.
—Iré por el vestido —aviso.
Me alejo de él, pero sus manos me sujetan del brazo impidiendo que me aleje.
—Hay algo nuevo que debes usar —en su rostro se le dibuja una sonrisa malévola.
— ¿Qué es?
—Quítate las bragas —ordena.
—Clark —reprocho.
—No reproches, nena —advierte.
No quiero tener sexo ahora, eso desmeritaría mi trabajo y el tiempo en arreglarme. Dejo de quejarme y con delicadeza tomo mi braga de encaje, la bajo lentamente, levanto un pie y después el otro, al tenerla en mis dedos se la extiendo.
—Buena chica.
La aprieta en su mano haciendo un puño, se aleja de mi y lo único que puedo hacer es girar mi cabeza para ver que es lo que hará.
Jaxon va a la cajonera. En una de sus manos trae mi ropa interior y en la otra trae, a simple vista logro reconocer, un vibrador de plástico que se pone en la ropa interior. De inmediato comprendo lo que quiere hacer.
—Por favor... —imploro. En verdad no quiero hacer esto.
—Lo vas a usar —sentencia, para después poner el aparato en mi ropa interior.
Cierro la boca y espero a su siguiente movimiento. Acomoda bien el plástico y al estar bien sujetado a la tela y extiende la prenda. En duda lo miro, no lo tomo solo me le quedo viendo con cara de ¿enserio?
— ¿En enserio hacer esto? —pregunto.
En mi cabeza pasan muchas imágenes de él jugando con el control y yo retorciéndome del placer.
—Si.
— ¿Y para qué? —me desconcierto.
—La usaras esta noche.
Cansado de mi negación me ordena subir un pie y después el otro, con delicadeza desliza la prenda hacia arriba por mis piernas hasta llegar a mi parte intima, lo acomoda y al sentir su mano apretar esa zona sensible me es imposible no gemir.
—Aun no es el momento, nena —se burla.
Trato de controlar la respiración. Me siento un poco incomoda con ese aparato entre mis piernas, pero es portable el no tenerlo encendido.
—Ponte el vestido —me besa los labios y se aleja a ponerse el saco.
Doy el primer paso para buscar el vestido, pero el objeto hace fricción con mi clítoris ocasionando me que me detenga ante la placentera sensación.
ESTÁS LEYENDO
LIBIDO +21
RomanceUna fecha importante, día de San Valentín, donde muchas parejas se declaran su amor. Pero, ¿cuál es el origen de esta celebración?... En pleno siglo XXI, la lupercalia se continúa festejando. Jaxon Clark, un reconocible diseñador catalogado como el...