Quiero detenerlo, no quiero que muerda y succione mi cuello con tanta necesidad o de lo contario dejará severas marcas en él, pero el cuerpo me lo impide, me siento excitada.
Pongo mis manos sobre su pecho, lo empujo, no logro moverlo ni un poco. La fuerza de mis brazos y todo mi cuerpo se esfumó. Ninguno pronunciaba palabra alguna, solo se escuchan mis suspiros y los sonidos que hace Jaxon con sus labios en mi cuello.
Me armo de valor y lo alejo de mí, no tan lejos, aun así, deja de besarme el cuello.
—Yo, yo... Me tengo que ir —mi voz sale entrecortada por la falta de aire.
Ni siquiera sé que decir. Me agacho a recoger mi bolso y me alejo de él. Después de esto si tengo por seguro que me despide o haré mi renuncia. Jalo la manija del coche para sacar las carpetas del trabajo que tengo que hacer y al instante se cierra la puerta impidiéndome ir.
— ¿A dónde vas? No hemos terminado.
Su aliento choca en mi oreja erizándome la piel al instante. Puedo sentir su presencia detrás de mí.
—No entiendo por qué lo hizo, no me agrado —miento.
Por supuesto que me gusto, sus labios impregnados en mi cuello fue la mejor sensación que he sentido, puedo sentir la humedad en mis bragas, el incómodo cosquilleo. Dejando de lado mi excitación, quito su mano de la puerta y trato de abrirla de nuevo, pero él me toma de los hombros y me hace girar.
—Te deseo —confiesa.
Sus ojos se clavan en los míos, puedo ver a través de ellos la sinceridad de sus palabras. Su confesión me deja más que sorprendida. Nunca me imaginé que el señor arrogante le interesara sexualmente.
— ¿Cómo? —pregunto, confundida.
Quiero irme de aquí antes de perder la cordura. Mi cuerpo pide aventarme a sus labios y hacerlo que cumpla mis fantasías sexuales.
—Solo quiero tocarte. Me excitas mucho, Mallory —clara.
En esta situación las palabras sobran. Mi jefe solo quiere una noche conmigo y yo con él. Nuestras miradas lo dicen todo.
Dejo de lado los estereotipos y me dejo llevar por el momento, asiento con la cabeza. Sonríe y ataca mi cuello, esta vez sus manos recorren mi cuerpo como si quiera grabarse mis curvas, está conociendo cada parte de mi cuerpo.
Disfruto el momento, la sensación es placentera al sentir como sus manos acaricias mis piernas desnudas, el cómo estruja mi piel con fuerza mientras sus labios bajan a mis pechos, y con los dedos desabrocha los primeros tres botones de mi camisa.
Alterado, deja mi cuello, se aleja para abrir la puerta trasera del auto, me agarra de la mano y me avienta a los asientos traseros; él no tarda y se adentra al auto, cierra la puerta y se sube arriba de mí. Se quita el saco de tercio pelo azul y lo avienta en el asiento del conductor, continua con su camisa con detalles de holanes quedando solo en pantalones.
— ¿Llevas maquillaje en tu bolso?
Desconcertada por su pregunta fuera del tema, contesto.
—Si.
— ¿Tienes labial rojo?
—Si.
—Necesito que te pintes los labios de rojo.
«¡Es enserio está pidiendo que pinte mis los labios en este momento!». No encuentro lógica en su petición, estoy desconcertada.
—Píntate los labios de rojo —lo ordena.
Entiendo que este hombre es mi superior y parece ser que también es superior en el sexo, siempre lo imagine dominante y espero que así sea. Sin quejarme lo muevo y me siento en mi lugar, busco mi bolso y saco el labial rojo junto a un espejo, sin dudarlo paso el lápiz labial ligeramente sobre mis labios.
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LIBIDO +21
RomantizmUna fecha importante, día de San Valentín, donde muchas parejas se declaran su amor. Pero, ¿cuál es el origen de esta celebración?... En pleno siglo XXI, la lupercalia se continúa festejando. Jaxon Clark, un reconocible diseñador catalogado como el...