Capítulo 61

2K 168 4
                                    

I fine without you.

Desde ese aquel trágico día no he salido de casa y mucho menos he visto a Jaxon, lo peor de todo es que el dolor no se va y me duele más conforme pasan los días.

Mi madre insistió en que hablemos, ha venido a casa a buscarme tocando el timbre con desesperación hasta que abra la puerta. Es fastidioso, aun así, no tengo fuerzas como para discutir con ella, no tengo la valentía de enfrentarla.

No tengo muchos amigos, no tengo con quien desahogarme. Lo único que hago es quedarme en casa todo el día acostado en cama. Los primeros cuatros días dejé de comer, pero comencé a ponerme mal, tuve que comer lo poco que soporta mi estómago.

Desde hace dos semanas no he dejado la cama, todas las noches lloro por la soledad, debido al insomnio duermo en el día, solo me levanto para ir al baño y a comer, el resto de las horas la paso en mi cama.

Este es mi día número veinte; no puedo seguir así, no puedo pasármela llorando. Debo ponerle fin a esto, aunque me duela, la vida sigue. Estoy joven para desperdiciar mi vida encerrada, debo salir a disfrutar la vida, en conocer más hombres, Jaxon no es el único ni el ultimo, pero si mi primer amor.

Me meto al baño a darme una relajante ducha, esta vez me empeño en poner mi cuerpo como antes. Después de la ducha voy a mi armario y busco ropa, ropa que la mayoría fue comprada por Jaxon, el solo recordarlo duele. Respiro hondo para contenerme y continuo con mis planes.

Trato de maquillarme como antes, pero no tengo ganas de hacerlo, solo rizo mis pestañas, les pongo rímel y lubrico con bálsamo mis pálidos labios. Aun no consigo trabajo y estando aquí acostada llorando no resolverá mis problemas económicos; no tengo, pero a futuro, sino consigo un trabajo los tendré.

Por la mañana salgo en busca de trabajo, y tras horas de camino y búsqueda recibo la misma respuesta. Cansada, regreso a casa. Lo bueno de salir es que me despeje y me olvide de los problemas que me atormentan.

Antes de llegar a casa paso al supermercado a comprar la despensa con el poco dinero que me queda. Llego a casa y veo lo desordenada que esta. No puedo creer que mi casa este tal mal, cuando a mí me desagrada verla sucia. Deja las bolsas en la mesa de la cocina y comienzo a limpiar la sala, después paso a la cocina, luego voy a mi habitación y así sigo hasta que la casa quede como antes, limpia.

Hambrienta voy a la cocina me preparo algo sencillo, me dirijo al sofá y como tranquilamente hasta que suena el timbre de la casa, algo raro para mi desde hace días que no suena. Con desconfianza, me levanto y sin dudarlo abro la puerta.

Su presencia me deja estática, sin habla e impresionada; Jaxon está enfrente de mí mirándome con eso metálicos ojos que me encantan. El verlo la herida se abre y el dolor vuelve.

Con la poca voluntad que me queda respiro lentamente tratando de que no se percate de ello, y al darme valor le pregunto con la voz pesada. Me es imposible no demostrar mis sentimientos.

— ¿Qué haces aquí?

Puedo notar el sin brillo de sus plomizos ojos, aquel brillo que los hacia ser únicos. Su rostro está pálido y sus labios sin color, algo de cansancio se ven en su joven rostro.

—Quiero saber cómo estas.

«No Jaxon, no lo hagas. No te preocupes por mí, no me hagas esto más difícil.»

Finjo tener seguridad y con el alma partida hablo.

—Estoy bien —miento. — Te puedes retirar y es eso lo que quieres saber.

Giro para entrar a la casa, intento cerrar la puerta, me detiene y su mano toca la mía. Una extraña sensación me recorre el cuerpo al sentir su tibia mano sobre la mía, «extraño su tacto.»

Rápidamente quito mi mano de la suya demostrando que no me agradó su acto, él se ríe falsamente al notar mi aberración hacia él.

— ¿En serio te doy asco?

Eso no es verdad, lo sé desde que sentí su mano sobre la mía. No siento asco por él, es solo que no puedo asimilar lo que pasó entre él y mamá, no lo veo de la misma manera. Me siento mal por hacerle esto a papá, él no lo merece.

Mi silencio no ayuda en nada, las palabras no salen de mi boca; si lo hago notará mi sensible voz.

—Solo vine a hablar contigo sobre nosotros, pero veo que tú no estás dispuesta.

«¿Por qué me siento tan frágil?»

El agudo en su voz me apuñala el pecho.

—Solo quiero aclararte las cosas. No tenía idea que eras hija de esa señora. Mis intenciones nunca fueron jugar contigo.

Le cuesta trabajo hablar. Respira hondo al sentir las pequeñas lágrimas acumularse en sus ojos, dándome a entender que a él le duele al igual que a mí.

Quiero abrazarlo y decirle que no llore. No me gusta verlo llorar, me duele miles de veces más que a él.

—Entiendo cómo te sientes. Destruí a tu familia, pero yo no sabía nada hasta el día en que se fue supe que tenía una hija y un esposo. Perdóname por eso, no sabía con quién me estaba metiendo.

No sé qué decir, en verdad quiero abrazarlo, besarlo, dormir en sus brazos, pero no puedo, no debo; él fue el hombre que destruyo a mi familia, por el perdí a la madre que necesité. No saben lo difícil que es vivir sin una madre.

— ¿No me crees verdad?

Sigo sin hablar y no quiero hacerlo.

Él se impacienta por mi silencio y como dicen los latinos, «El que calla otorga.»

—Solo quiero regresarte algo que es tuyo.

Mete su mano a la bolsa de su saco y saca el collar que le regresé ese día en su oficina. Me lo extiende y como no me muevo, toma mi mano y lo pone sobre mi palma.

—Esto es tuyo, no quiero tener nada más que me relacione contigo. Así que te pido que mañana en la tarde pases por tus cosas a mi casa.

«Se fuerte Mallory.» Sus palabras me duelen.

—Te olvidare Mallory Hoffman, te lo prometo que lo haré. Regresaré a ser el hombre de antes, aquel que no le llora a una mujer. Vas a hacer la última a la que le llore, así que si me cruzo en tu camino no me mires, ni me hables... A partir de este momento somos desconocidos.

Siento como su mirada me perfora, al igual puedo ver la tristeza en sus ojos. Ambos nos dañamos desde que nos conocimos, siempre hemos tenidos problemas y pudimos enfrentarlos, pero esta vez no podemos resolverlo. Este es el adiós definitivo.

—Espero que así sea Clark. Cumple tu promesa que yo también te olvidaré —hablo con la voz entre cortada —No me interpondré en tu camino, haré todo lo posible para alejarme de ti... Solo te pido una cosa.

El asiente poco convencido.

—Borra todos nuestros recuerdos, no me recuerdes, olvídate de que existo. Olvida esa primera vez donde nos conocimos en tu oficina. Bórrame de tu mente por favor.

Bajo la cabeza cuando una lagrima resbala por mi mejilla, veo sus manos hacerse en puño.

—Te lo prometo, me olvidare de ti... Le deseo una buena vida, señorita Hoffman.

Su forma de llamarme me abre la herida, el llamarme por mi apellido es el inicio de que no nos conocemos. Todo se acabó, no hubo un nosotros. De nuevo levanto mi vista, se aleja y se sube a su deportivo, se marcha para ya no verlo nunca más.

No pensé que esa sería la última vez que lo vi.


LIBIDO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora