Capítulo 53

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Mallory Hoffman.

Me tranquilizo al ya no poder sacar más lágrimas, me siento liberada y seca. Limpio el rastro de lágrimas de mis mejillas con las mangas de mi blusa, me separo de Trevor dejando una distancia aceptable entre ambos, al momento me avergüenzo.

—Lo siento —me disculpo por mi atrevimiento.

—No te disculpes. Si aún te sientes mal puedo llevarte a casa. Estaré más tranquilo si te llevo.

Acepto su oferta. Tan caballeroso como siempre, me sede el paso primero y después él camina detrás de mí, como si estuviera cuidándome. Salimos del salón y nos detenemos enfrente de una camioneta Ford F-150. Con caballerosidad me abre la puerta y me hace entrar primero, para después subir él.

Durante el transcurso Trevor no dice nada sobre lo sucedido o qué fue lo que me pasó, y se lo agradezco, no tengo ganas de hablar. Antes de bajar me despido de él con una sonrisa y le agradezco por traerme, sonríe de la misma manera y se marcha.

Entro a casa, no tengo ganas de nada ni siquiera de cenar; solo me cambio la ropa y me aviento a la cama, agarro la esquina de la sabana y me enrollo como un taco mexicano, solo basta con cerrar los ojos para que profundamente dormida.

La emotiva canción suena en mi habitación, no me molesto en abrir los ojos, no quiero hacerlo, los siento hinchados y pesados; pero recuerdo que hoy en la pasarela y me levanto de golpe desenvolviéndome de las sábanas. Me desnudo y rápidamente me doy una limpieza general en la ducha. Salgo en unos minutos y me pongo a buscar un vestido, en esta ocasión no compré ninguno, sin otra opción, busco que tengo en mi ropero. En el fondo logro percibir aquella bolsa que mi padre me mando hace un año como obsequio por mi graduación, recuerdo que es un vestido color rojo, así que decido usarlo para esta noche.

Lo saco y busco los tacones adecuados para el vestido; me arreglo el cabello alisándolo hasta dejarlo caer como una cascada por mi espalda. En el espejo veo mis ojos hinchados, salgo a la cocina por unos sobres de té de manzanilla, los remojo en agua caliente para después regresar a mi habitación; me acuesto en la cama y enseguida me pongo los sobres sobre mis ojos, espero a que suene la alarma en treinta minutos.

La relajación me venció y me quede dormida, me levanto y miro mi cabello a través del espejo del tocador, pelo se arruino. Con prisa lo arreglo de nuevo. Observo que mis ojos, volvieron a la normalidad, decido por salir a desayunar preparando un ligero desayuno. Termino, regreso a mi habitación, me lavo los dientes y prosigo a maquillarme.

Me pongo el vestido, luego los tacones de brillos, acomodo mis cosas en mi bolso de mano, busco un collar que mi padre me regalo y salgo a toda prisa de casa para ir al salón.

Le pago al taxista y bajo con cuidado de no dañar mi atuendo. Al entrar no veo mucho personal, aun no llegan todos solo me encuentro con Zeth en el portón principal de cristal del salón.

— ¿Por qué hay pocas personas? —le pregunto a acércame a él

Zeth voltea a verme y me inspecciona de arriba a abajo, analizando mi atuendo.

— ¡Wow Mally! Te ves muy bien —me alaga con una agradable sonrisa.

—Gracias. Igual tu —le sonrió con timidez.

Mientras llega el personal, Zeth y yo trabajamos en organizar a los empleados, recibimos al chef Javier Vancor, unos de los más reconocidos por tener sus restaurantes en cinco tenedores, fue contratado para esta cena.

Cuarto para las seis el lugar comienza a llenarse, el cual recibí gustosamente. La oscuridad nos cubrió, es hora de que esto empiece, solo falta el anfitrión principal, Jaxon Clark.

LIBIDO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora