Jaxon se sienta en la silla poniendo las cosas que compró sobre la cama, se termina de quitar la camisa y la avienta sobre la cama. De inmediato me deleito con su cuerpo, nunca dejaré de asombrarme como la primera vez que lo vi en donde tuvimos el accidente en su habitación.
Con una sola mirada demanda levantarme del sofá; sin protestas me levanto y me posiciono enfrente de él.
—Desnúdate —ordena.
El deseo de sus palabras hace que la libido me erice la piel de pies a cabeza. Sus ojos grisáceos no dejan de venerarme, me siento como una diosa ante él y, aquí me doy cuenta que Jaxon Clark Milton es el hombre indicado.
Con el ego en alto comienzo a desnudarme con sensualidad dejando expuesto mi cuerpo desnudo frente a sus ojos. Sus misteriosos ojos recorren toda mi piel canela; me gusta que venere mi belleza, por lo que soy. Después de deleitarse, sus ojos se detienen en mis tetas, las que tanto le gustan.
—Boca bajo sobre mis piernas. Ahora.
Palmea sus piernas indicando que debo ponerme en ese lugar, tan sumisa obedezco. Me acuesto boca abajo quedando mi pecho arriba de la cama y mis muslos sobre sus piernas. El sonido al destapar el frasco lleno de lubricante me altera los nervios. Coloca un poco del frio liquido sobre mis muslos para después pasar sus largas manos sobre ellos para cubrirlos por una fina capa del brillante líquido. La palma de su mano se estampa en mi trasero y tiemblo ante el golpe, me estremezco y en seguida siento otro golpe en mi otro glúteo.
—Me gusta tu trasero. Es muy bueno para azotarlo —dice fascinado.
—Pensé que mis tetas son tus favoritas.
Escucho su sonrisa burlona.
—Son mis favoritas, pero tu trasero es mi perdición.
Continúa dándome azotes en el trasero y unos pocos en mis muslos; poco a poco la piel me arde, la siento con ardor, irritación y caliente. Él se percata de lo dañada de mi piel y deja de golpear, me ayuda a levantarme quedando delante de él y con el movimiento sus dedos, me hace señas de acercarme más a él.
Con solo ver su mirada y en su mano la joya anal me estremece la idea de que algo invada por mi ano. Nunca lo he hecho, solo he escuchado decir entre las personas que tener algo dentro de tu ano duele; sé que Jaxon no haría algo que me lastime.
Se levanta de la silla, me indica que me suba a ella y lo hago. Su mano me empuja hacia delante logrando que mi pecho toque el suave colchón, separa lo más que se puede mis piernas y de nuevo escucho como abre el frasco y al instante se me eriza la piel con el frio liquido resbalar por la línea entre mis nalgas.
Con su pulgar embarra el lubricante en mi ano y sin dudarlo mete de improvisto una parte de la joya anal; me duele el sentir como aquello me invade. Me quejo levemente y Jaxon se percata de mi gemido de dolor, se encarga de sacar lo poco que logro meter; pone más lubricante para comenzar de nuevo a meter con delicadeza la pieza.
Siento la joya completamente dentro de mí, no puedo ni siquiera moverme, si me muevo me lastima esa cosa, tanto que, trato de no moverme mientras pasa el dolor.
Jaxon no se compadece de mí, su mano de nuevo impacta en mi glúteo haciendo gemir de placer y dolor a la misma vez. Me quedo hincada por unos cortos minutos mientras me acostumbro a la rara invasión.
Me levanto como puedo de la silla y trato de no gemir, me quedo de pie hasta que su áspera voz demanda que me hinque enfrente de él y también quiere que lo despoje de su ropa.
Desnudo al igual que yo, de solo verlo la tentación me gana. No me resisto a su abdomen plano y marcado, lo beso hasta llegar a su zona pélvica, mientras besó esa zona con una de mis manos cubro su miembro y comienzo a mover mi mano de arriba hacia abajo por toda su largura.
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LIBIDO +21
RomansaUna fecha importante, día de San Valentín, donde muchas parejas se declaran su amor. Pero, ¿cuál es el origen de esta celebración?... En pleno siglo XXI, la lupercalia se continúa festejando. Jaxon Clark, un reconocible diseñador catalogado como el...