Capítulo 28

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Mi cómodo sueño es interrumpido por el insoportable sonido de la alarma del celular. Adormilada y con ojos medio abiertos me zafo del cuerpo de Clark, estiro la mano a mi lado izquierdo y agarro el celular; veo la pantalla y abro bien los ojos al confirmar que no es mi alarma, es una llamada de mi padre.

Me levanto de golpe y me golpeo levemente las mejillas para despertar. Libre de sueño contesto la llamada.

—Hola papá —contesto, adormilada.

—Mi florecita, no sabes lo alegre que estoy de escucharte —me le alegra también escucharlo.

—A mí también me alegra escucharte. ¿Sucede algo?

— ¿Qué? No puedo marcarle a mi preciosa hija para saber cómo esta, cómo se ha portado.

«Mal diría yo», recuerdo los impuros momentos que he tenido con Jaxon.

—Lo siento padre no quise decir eso. Estoy bien, ¿Y tú?

—Cada vez más viejo, ya sabes.

—No estás viejo, aún eres guapo —lo alago, mi padre es vanidoso y le encanta que le diga estos cumplidos.

— ¡Ay! mi florecita te extraño tanto. Quiero que vengas a visitarme, te quiero abrazar y llevarte a comer —habla con nostalgia.

Sus palabras me ponen triste, yo también lo extraño mucho, demasiado.

—Yo también te extraño mucho, necesito de tus apapachos y besos. Pero en estos momentos no puedo, el trabajo va a empezar de nuevo con otro proyecto y es cuando hay más trabajo, pero te prometo que en las vacaciones de verano voy a visitarte. Pronto estaremos juntos.

—Entiendo, pronto será junio y voy a poder verte.

—Sí, no te preocupes por mí, estoy bien. Tú eres el que debe cuidarse, come bien, duerme y descansa, es lo necesario para estar bien de salud.

—Te pareces a tu abuela —se queja —. Bien mi florecita que te dejo, después te llamo. Solo quería escuchar tu voz.

—Te amo, cuídate mucho.

—Yo te amo más.

No hay más que decir y termina la llamada. Dejo el celular en el mueble y me acuesto de nuevo para retomar mi sueño. Me acobijo y doy la vuelta para acomodarme mejor, al hacerlo me impacto con la grisácea mirada; despertó y no me di cuenta.

— ¿Qué sucede? —le pregunto ante su mudez.

—Si no supiera que es tu padre, ya me hubiera puesto loco —confiesa.

— ¿Por qué lo dices? —sé a lo que se refiere, pero me gusta escucharlo decirlo, me emociona más.

—Porque hablaste muy cariñosamente, a tu padre no se lo puedo negar.

—Tranquilo, celoso —sonrió ante su posesividad.

—No estoy celoso.

— ¿No? Y esa actitud de hombre posesivo, ¿No son celos?

—No porque sé que es tu padre, si fuera otro hombre me hubiera puesto celoso, muy celoso... Es mejor que no me des motivos para ponerme de esa manera.

—Gracias por avisar.

Me rio por la situación, lo contagio de mi alegría y sonríe. Sin soportar me acerco a él y lo doy un pequeño beso en sus labios; así estuvimos diez minutos más hasta que escucho gruñir su estómago, indicando que tiene hambre. Ambos al escucharlo nos reímos.

—Tienes hambre, bajaré para ver si las chicas ya llegaron —digo dispuesta a salir de la cama y ver si las empleadas llegaron.

—No, nena. Ellas tienen el fin de semana libre, no hay nadie.

LIBIDO +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora