Prólogo

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Noah salió de la casa. Era una fría tarde de invierno, no le importó.
Llegó a la costa y desde un balcón miró el mar, ya estaba oscuro, por más que eran las 7,30 pm, era de noche.
Suspiró profundamente y la volvió a invadir el sentimiento de tristeza que la acompaña desde su viaje. Haber vuelto a casa después de perderlo le dolía, la agobiaba y no la dejaba dormir por las noches.

Sonó su celular.

-Noah, ¿Dónde estás? ¿No estarás de vuelta en la playa?- escuchó decir a Paz, su mejor amiga.

-No, estoy en el supermercado.-le mintió Noah mientras caminaba por la arena helada.

-Voy para allá... ¡Ya mismo!! Dejá de torturarte amiga, él no va a volver. Tenés que entenderlo de una vez.-le respondió su amiga conmovida por todo lo que le había pasado.

Pero Noah la ignoró, colgó la llamada y se paró frente al mar, las olas rompían con fuerza en la orilla, las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, recordando el momento en que lo vió por última vez, no podía sacar sus gritos de su cabeza y esa sensación de sentirse inútil la atormentaba.

De repente sintió que la miraban. No había nadie, pero ella se sentía observada. Giró su cabeza de golpe y entre las piedras de la escollera, vió a alguien, se le heló la sangre.
Caminó para irse, inquieta volvió a mirar la escollera y una persona ahí parada la miraba fijamente.
Sintió terror...
Caminó cada vez más rápido para escapar de ahí y de repente esa persona le gritó:
-Noah ¡No me dejes a mi también!- con voz masculina.
Corrió desesperada para escapar y alguien la tomó de los brazos con fuerza.
-¿Qué te pasa Noah? ¿Te ocurrió algo?- preguntaba Paz asustada viendo el miedo reflejado en la cara de su amiga.
-¡Volvió!!!!! ¡Él volvió!!!!!!-le dijo Noah aterrada.

Arena PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora