Capítulo 11 «Enfrentamiento»

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—Aquí tienen.

Coloco ambos frascos encima de la mesa del profesor. Austin e Isaac me miran asombrados.

—¿Conseguiste dos? —pregunta el segundo con estupefacción.

—¿Cómo?

—Si les cuento, no me creerían —comento con sorna y me cruzo de brazos, acomodando la cadera en el borde. Austin e Isaac se levantan de la mesa al unísono y me abrazan con efusividad.

—Si te soy sincero, no creí que lo conseguirías —musita el profesor.

—Que poca confianza tienen en mí. Solo puedo decir que la isla Kaliza ha cambiado en el último milenio. —El profesor frunce el ceño confundido—. La Reina Cáliz o unicornio dorado, como quieran decirle, creó su propia ciudad. Tiene un ejército de diez mil usuarios de todos los elementos y tienen frente a ustedes al nuevo general de dicho ejército.

Ambos se separan de mí y se miran entre ellos. El profesor niega con la cabeza y el mentón de Austin cae desencajado.

—Ya tenemos uno. Solo faltan cuatro más.

—Lo siento, Allie. No he logrado descifrar el siguiente ingrediente —murmura el bibliotecario, apenado.

—Tranquilo, ya sé cuál es —respondo y el bibliotecario arruga la nariz—. Se trata de la lechuza. Después del dragón, la lechuza o el búho son considerados los animales más sabios, o eso es lo que creían los griegos y los celtas.

Austin golpea su frente como si todo encajase.

—Pero claro —comenta y sale del laboratorio.

—Lo hiciste bien, Allison.

—No te creas. Casi muero en un volcán por esas lágrimas. —Isaac comienza a reír a carcajadas—. No es gracioso.

—Me río de mí mismo. Conseguiste esas lágrimas en un día. Yo me demoré al menos una semana como mínimo.

—El tiempo en la Isla corre más rápido —explico—. En sí, fueron dos días. Tuve que luchar en contra de escorpiones, alucinaciones y acertijos. La competencia estuvo muy reñida. Los minotauros no son tan bestiales como los pintan en las películas.

La sonrisa del profesor se esfuma.

—¿Acabas de decir minotauros?

—Te dije que la isla de ahora no es la que recuerdas. Cáliz ha hecho un excelente trabajo.

—¿Tuteas a la reina?

—Larga historia. Voy a subir. Quiero ver a mis Varázs. ¿Algo ha pasado en las últimas 24 horas?

—Todo tranquilo por Londres. Ve a descansar.

Arrastrando los pies llego hasta la habitación. Al abrir la puerta, dos cosas peludas pelirrojas me caen encima muy nerviosas.

—¿Qué les pasa? ¿Están bien?

Entro a la habitación preocupada y las alejo de mi para mirarlas con detenimiento.

—Eso quisiéramos saber todos —protesta Brenda en tono molesto y un almohadón se estampa contra mi cara—. ¿Dónde rayos estabas? Te buscamos como locos.

La puerta se abre a mis espaldas y un cuerpo fuerte cayó sobre mí.

—Javier, como pesas. ¿Cuánto subiste de peso en 24 horas? —protesto desde el suelo.

—Con que al fin apareces. —Rueda sobre su espalda y al levantarse, me ayuda a mí también—. ¿Dónde estabas?

«Kane era mucho más divertido», protesto en mi fuero interno, mientras resoplo elevando mi flequillo un poco.

El Quinto Elemento (Elements III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora