Capítulo 40 «Una pequeña sorpresa»

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—Brenda —murmura el joven como si no pudiera creer lo que sus ojos ven. Nuestra amiga nos atraviesa y camina hacia él con el rostro asombrado—. ¿Qué haces aquí?

—Eso mismo quisiera preguntar yo —añade la asiática, de brazos cruzados a pocos metros de él

—¿Brenda? —pregunta el hombre mayor mientras se acerca con curiosidad—. ¿Ella es tu Brenda?

—¿Qu... qué? ¿De qué está hablando, James? —Nuestra amiga solo recibe silencio como respuesta—. James, habla de una vez.

—Yo... soy James Kurt, príncipe de Ciudad Crystal —contesta con timidez, y nuestros rostros se desencajan por semejante noticia.

«Tiene que ser una broma. Siempre estuvo frente a nuestras narices», pienso estupefacta.

Esto es toda una sorpresa para nosotros. El chico que entrenaba con Brenda en nuestro primer semestre en Mary Weathers terminó enamorado de ella. Bien lo dijo Tommy esa vez: "Ten mucho cuidado con Brenda y sus raíces. Una vez que te atrapa, no te deja ir"

—¿Eres un Nephilim? —Lilith rompe el silencio cernido sobre nosotros y el joven asiente con lentitud.

—Pero... ¿cómo?

—Es algo... complicado, Talia —contesta él, acariciando su nuca con nerviosismo.

—¡Brenda! —grito, espantada.

—¿Qué ocurre? —pregunta, y le señalo con el mentón hacia el brazo dónde tiene su tatuaje.

El terror se apodera de las facciones de su rostro cuando ve lo que está pasando. Las venas de su brazo se han tatuado en la piel de color negro brillante, y cada vez que se entrelazan aparece una pequeña margarita blanca. Brenda grita asustada y mis tímpanos casi revientan por su chillido.

—¡Quítamelo! ¡Quítameloooooo!

—Brenda, relájate —digo, intentando calmarla mientras me acerco a ella, pero comienza a hiperventilar. Está en estado de shock. Vamos, que hasta yo estaría igual... o peor—. Brenda, escúchame. —Por más que le llame, sus ojos color café solo indican que su cerebro está casi en paro—. ¡Brenda! —Golpeo su cara con una cachetada y finalmente parpadea colocado su mano en la mejilla.

—¿Me acabas de pegar? —Enarco una ceja y ella suspira—. Gracias.

—¿Qué hacen ustedes aquí? —pregunta el padre de James, con curiosidad.

—Necesitamos una Tanzanita —contesta Javier. La tensión sobre nosotros a penas nos dejaba gesticular palabra.

—No podemos hacer eso —contesta el señor con voz apenada.

—¿Por qué? —preguntamos todos al unísono. Por favor, que no sea otra mala noticia.

—Porque ya no tenemos Tanzanitas —contesta James y el alma me cae a los pies.

Díganme que ese hombre está de broma —habla Austin angustiado. Había olvidado que él puede escucharnos.

Al parecer el mundo ha cambiado tanto que no me di cuenta de eso —murmura Isaac al otro lado con pesar.

—Hemos venido hasta aquí... en vano —añade Cameron, abatido con la mirada turbada—. Tiene que haber una forma de conseguirla. Lo necesitamos, James. De eso depende que...

—James —exclama una pequeña niña, entrando a la estancia dando pequeños saltos.

—Hola, hermanita —murmura el aludido con ternura y se agacha hasta la altura de la pequeña con unos 11 años, de cabellos oscuros—. Saluda a unos compañeros del colegio.

El Quinto Elemento (Elements III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora