Dos semanas después ya me siento mucho mejor. La herida en mi estómago ha cicatrizado bastante bien y mi espalda está como nueva. Las atenciones por parte de todos en la mansión de los Gray fueron dignas de admiración.
Katie preparó la misma habitación que utilicé cuando vine a esta casa unos meses atrás por el cumpleaños de Celine. Héctor y ella fueron muy atentos, a tal punto de desesperarme a veces. Emma y Alexa no podían ni verme. Me taladraban con la mirada, pero esas cosas ya no me hacen efecto.
Mi mente está enfrascada en tres cosas: Entrenar para los Juegos Elements, romper la conexión entre Christopher y Emma, y encontrar el resto de los ingredientes para romper la ley.
En estos momentos, estoy en función de la tercera, a base de peleas con los chicos por mi recuperación no terminada y la insistencia del reposo. A regañadientes, estamos en el laboratorio del colegio Mary Weathers. Insistieron en acompañarme por más que me negu[e a eso.
—¿Dónde tenemos que ir? —pregunta Brenda.
—Van hacia Tarkine, Tasmania —explica Austin—. Es el bosque más grande de Australia, pero también el más denso. Es una zona muy fría, húmeda y con precipitaciones muy altas. Por tanto, el cuidado extremo es más que necesario.
—Cameron, sigo pensando que no deberías ir —insisto, una vez más—. Ya perdí a Chris y no puedo dejar que nada te pase.
—Allison tiene la boca santa como la madre. Si dice eso, es porque este viaje no te conviene, compañero —opina Javier.
Cam hace un ligero mohín y asiente con desgana.
—Solo esta vez.
—Talia, yo pienso lo mismo de ti. Eres la chica de Cameron, si algo te pasa estando lejos de él, no me lo perdonaría nunca —añado, en tono lastimero.
—Cuando pones esa cara, es imposible negarse, pero que quede algo claro. No pienso abandonarte en la siguiente —masculla, no muy convencida y se cruza de brazos.
—Yo me quedo con el profesor Carlton, les iré indicando desde aquí —sostiene Tommy, y nos entrega unos auriculares de color negro—. Están diseñados para largas distancias y comunicación satelital. Estas perlas negras son para casos de apuro. Las ponen en el suelo y las pisotean. El gas que emana permite desorientar tanto animales como personas durante un tiempo. Les dará margen de 10 minutos para correr y salir de ahí.
Sonrío al notar que son parecidas a las piedras que Eliza me dio en Kaliza para salir del volcán.
—El reloj en sus manos tiene la misma función de siempre: Transportarlos hasta el colegio —informa el profesor, y nos da una banda elástica para el tobillo—. En caso de perder el reloj, solo deben presionar la cremallera de la tobillera y estarán aquí en cuestión de segundos. Sus auriculares están conectados a las pantallas. Podremos escuchar sus conversaciones al unísono y en la misma frecuencia.
—¿Están listos? —pregunta Ginger—. Me preocupa que solo vayan Brenda, Lilith, Javier y Allie. Sigo pensando que nosotros seríamos de ayuda allá.
—No puedo dejar que ustedes corran peligro, Gin —enfatizo, al acariciar su cabeza—. Tommy, cuida la llave transportadora con tu vida. No me hará mucha falta allá.
—Está en un lugar seguro, Allie.
—Una vez que presionen el reloj, aparecerán en el corazón de Tarkine —afirma el profesor, mirándome a los ojos—. Mucha suerte, muchachos.
Tommy abraza a Lilith y besa su coronilla. Mi corazón da un leve salto al ver ese gesto. Hace unas pocas semanas yo tenía esa relación con Christopher Gray, y ahora, todo ha desaparecido.
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El Quinto Elemento (Elements III)
FantasyLa mentira de Christopher y su futuro desenlace con Emma Norrington me dejaron sin fuerzas y destrozada por dentro. Pero aún con el corazón roto y sin respuesta a las incógnitas que tengo, mi objetivo de romper la Ley de los Primogénitos mantiene su...