Capítulo 48 «La recuerdo»

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Chris (Unos minutos antes) ...

—Estar nervioso el día de tu boda es algo normal. Estar nervioso el día de tu boda es algo normal.

Ese es mi mantra desde ayer en la noche. Ver a Allison hace unos días llorar sin consuelo hizo que mi corazón se entristeciera. Me siento en el borde de la cama, apesadumbrado.

—¿Estaré cometiendo un error? ¿Debería dar el "Sí" definitivo? ¿Por qué estoy dudando justo ahora?

Paso la mano por mi pecho, intentando apaciguar la extraña comezón que tengo desde temprano en la mañana. El rostro sonriente de Allison viene a mi cabeza. En este momento, ella debe estar preparándose como dama de honor junto a las chicas. Unos toques en la puerta rompen mi línea de pensamiento.

—Adelante.

La puerta se abre y entra el profesor Carlton con unos simples vaqueros y un polo negro, pelo despeinado y zapatillas. Su look usual. Las palabras se quedan en mi garganta cuando veo la inquietud en sus oscuros ojos. Más que inquietud, están entre preocupados y tristes. Algo está mal.

—¿Qué ocurre? —Me levanto, preocupado, y él solo extiende un sobre hacia mí. Con el ceño fruncido lo tomo en mis manos.

—Solo vengo a entregarte esto. Espero que aclaren todas tus dudas. Nos vemos, Christopher.

Con un leve asentimiento de la cabeza, se retira de la habitación y cierra la puerta detrás de sí. Miro el sobre por ambos lados y me siento nuevamente en el borde de la cama. Pumba trota hacia mí, se sienta en sus patas traseras e inclina su cabeza hacia un lado, mirando con curiosidad mis manos.

—Yo tampoco entiendo mucho, compañero.

El jabalí olfatea el sobre y da un chillido de alegría elevando su cabecita un poco. Da varias vueltas en su lugar hasta sentarse y rodear su cuerpo con la cola.

—Muy bien. Parece que ya sabes quien la envía.

Sonrío sin separar los labios cuando mi Varázs asiente, emocionado. Niego con la cabeza mientras abro el sobre, y de su interior saco una carta.

Querido entrenador:

Te escribo una triste carta. Esas que ya pasaron de moda, pero son mucho más gratificantes que un mensaje o un correo electrónico. Escribir con tu propio puño las cosas que sientes es mucho más difícil de lo que crees, ¿sabes?

Soy una chica que conociste cerca de una mesa de ponche cuando regresaste de Mary Weathers. Ya sabía de ti y de tus travesuras pasadas, y sinceramente quería mantenerme alejada de los problemas. Y tu nombre y apellido, Christopher Gray, es sinónimo de problemas.

Esa noche me besaste y terminaste con el traje empapado. En ese entonces, pensaba que yo sería una simple conquista para ti y me rehusé completamente a todo lo que tuviera que ver con tu persona. Pero en el corazón nadie manda. Poco a poco fuiste entrando en mi cabeza, llegaste a mi corazón, y todavía hoy te llevo hasta dentro de mis huesos.

Le diste más alegría a mi vida de lo que pensaba. Por mucho tiempo me negué y cerré mi corazón por razones que tú sabías sin yo decir una palabra, pero lo complicaste todo con tus abrazos cálidos, con cada sonrisa sincera y esos hoyuelos que tanto me gustan. Me tropecé con tu encanto y caí como tonta por tu sonrisa.

Tu carácter prepotente, arrogante y mandón hizo que mi corazón se abriera a miles de sentimientos desconocidos para mí. Siempre creí que estaríamos juntos, y dolorosamente, tú me hiciste creerlo esa noche en la Torre de Fuego bajo la lluvia de estrellas fugaces. Esos hermosos recuerdos no serán borrados ni con el último suspiro de mi corazón.

El Quinto Elemento (Elements III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora