26. Noche Agradable

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Lucius se deshizo en partículas de luz mientras dejaba caer varias cosas al suelo.

Yo clavé mi tridente en el suelo y lo usé como bastón para no caerme.

Tenía el tridente en mi mano derecha, mientras que mi brazo izquierdo estaba despegado de mi cuerpo, tirado por algún lugar del campo de batalla.

Mi sombrero también estaba tirado por algún lado.

Mi ropa estaba hecha pedazos, la mitad izquierda de mi abrigo no estaba, mis pantalones tenían cortes que dejaban ver mi piel.

Sangre salía de mi labio roto y de mi cabeza, la sangre de mi cabeza bajaba, pintando el lado derecho de mi rostro de rojo.

Di un paso con dificultad hacia delante, casi me caigo pero logre apoyarme en mi tridente.

Avancé lentamente hasta donde estaban los objetos que había dejado caer Lacius.

Los recogí todos sin siquiera verlos, luego comencé a caminar hacia el túnel por el que habían salido todos mis enemigos, una flecha me indicaba el camino a seguir.

Entré por el túnel, caminé unos minutos hasta llegar a una gran sala con paredes de concreto.

Había un cofre en medio, yo me acerqué, y lo abrí.

Al hacerlo mis heridas sanaron instantáneamente y mi brazo izquierdo se regeneró, pero me dejó una cicatriz en el codo, lugar desde donde se había desprendido.

Los puntos obtenidos llegaron a mí y fui transportado de regreso a aquella sala oscura.

Yo suspiré y guardé el tridente.

No observé cuantos PM había ganado y símplemente cerré los ojos, saliendo de aquél lugar.

Abrí los ojos nuevamente en mi departamento, me quité la ropa, me di una buena ducha y luego me puse unos pantalones cortos de color negro y me tiré en mi cama a descansar.

[...]

Desperté al día siguiente, con las fuerzas renovadas.

-creo que no volveré a esa mazmorra en un tiempo- dije para mi mismo.

Casi muero, el salto de dificultad entre una Mazmorra de rango C a una de Rango B, era como ir de 0 a 100 en 1 segundo.

Pero bueno, pasado es pasado, ya tendré cuidado la próxima vez.

Como siempre, hoy salí y fui a central Park para correr, como hago todas las mañanas.

Terminando mi rutina, me senté en una banca, luego me quedé observando los alrededores.

Hace dos meses hubo una guerra, ahora no hay más que personas felices con sus vidas.

Pero también noté algo, de vez en cuando algunos miraban al cielo con expresiones complicadas, antes de seguir en lo suyo.

Tiene sentido, algo como eso no se olvida fácilmente.

Incluso a mí me cuesta recordar lo que pasó ese día.

Mientras me sacaba mi doctorado en filosofía, un chico que parecía ser de mi misma edad se acercó a mí.

-¡Hey!- me saludó con la mano.

Yo me giré a verlo y lo saludé con la mano de igual modo, hubiera sido muy descortés el no hacerlo.

The Gamer (Marvel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora