Las semanas pasaron y mi padre, otro año más, organizó una gran fiesta de Halloween con sus conocidos a la que me dejó invitar a la mayoría de mis amigos.
Al principio no me gustó la idea, por tener que juntar a mis amigos con los de mi padre, pero cambié rápidamente de opinión al recordar lo mal que lo había pasado en esa casa y lo solo que me había sentido siempre en ella.
Necesitaba compañía.
Antes de bajar al salón y reunirme con mis amigos, me detuve frente al espejo para comprobar cómo había quedado mi disfraz. Me había vestido con unos vaqueros negros, una camiseta negra y una túnica de color marrón.
Mi disfraz no me había costado mucho prepararlo, pero sí había pasado más de una hora buscando en la tienda de disfraces un sable de luz parecido al de Star Wars.
En cuanto abrí la puerta de mi habitación, la música inundó mis oídos. Bajé las escaleras y me encontré en la entrada con varias personas disfrazadas, algunos eran conocidos míos y otros eran amigos de mi padre.
Pensé que encontrar a mis amigos sería complicado, entre tanta gente disfrazada, pero no lo fue. Los encontré en la cocina y no me costó mucho descubrir de qué iban disfrazados. Llevaban el uniforme de su equipo, las mejillas manchadas de negro y el pelo despeinado.
—¿De qué vais, de jugadores de fútbol americano zombies?
—Exacto. —James dio una vuelta sobre sí mismo—. El disfraz es original, ¿verdad?
—Mucho.
Me acerqué a la encimera y me serví un poco de refresco en un vaso.
Mi padre había escondido todo el alcohol en su despacho y solo los adultos podían pasar allí para servirse una copa.
—Bienvenido a la zona libre de padres —dijo Thomas una vez que llegamos al salón.
Casi todos mis amigos estaban allí para no encontrarse con sus padres. Los adultos, incluido mi padre, se encontraban en el jardín de mi casa.
Me llevé el vaso a la boca y examiné con la mirada a todo el mundo. Había muchos disfraces originales, aunque casi todo el mundo iba disfrazado de Joker y de Harley Quinn, pero solo una persona consiguió hacer que me atragantara con el refresco.
No sabía quién las había invitado, pero Madison y sus amigas estaban en mi salón, hablando con otro grupo de chicas que iban vestidas de animadoras.
—¿Quién las ha invitado? —le pregunté a James sin apartar la mirada de Madison. La miré de arriba abajo y me quedé sin respiración al ver que aquel disfraz de militar se ajustaba demasiado a su cuerpo.
—Fui yo. —Desvié la mirada hacia Thomas—. ¿No podíamos invitarlas?
—Eso ya da igual. —Suspiré—. Voy a por algo más fuerte.
ESTÁS LEYENDO
No temas al amor
أدب المراهقينNunca creyó que él llegaría a romperle el corazón. Madison creía que el primer amor sería perfecto y que Dylan, el chico de sus sueños, nunca llegaría a romperle el corazón. Pero lo único que necesitaba era algo que la devolviera a la realidad. ...