34 | Madison

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Todavía recordaba mi primer San Valentín

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Todavía recordaba mi primer San Valentín. Lo celebré con Dylan en su casa hacía tres años y él se encargó de que fuera un día especial para los dos. Sus padres no estaban en casa, así que estuvimos solos en su jardín, donde Dylan preparó un picnic con la ayuda de Carmen. La comida estaba deliciosa y nos lo pasamos muy bien juntos.

Desde entonces, no había celebrado el día de los enamorados con nadie, aunque mis amigas sabían perfectamente cómo subirme el ánimo. Convertimos el catorce de febrero en nuestro día de chicas y después de clase, solíamos ir a comer pizza y ese año no iba a ser una excepción.

Al salir de la última clase del día, me dirigí a mi taquilla. Había quedado con mis amigas en la puerta del instituto, para irnos, y no quería hacerlas esperar.

Al abrir la taquilla, me encontré con una rosa y una carta. El único que podría haber preparado una sorpresa como esa era Alex. Desde nuestra cita como amigos, estaba más dispuesto que nunca a conquistarme y aunque se lo estaba poniendo difícil, él no se cansaba de intentarlo.

No pude esperar más y abrí la carta para leerla detenidamente.

Cómo me gustaría poder celebrar un día como hoy contigo. Te echo tanto de menos. A veces pienso lo estúpido que soy por no decirte lo que realmente siento. Escondo un gran secreto que me atormenta día tras día y que me gustaría contarte, compartirlo contigo y que tú estés ahí para mí. Sin embargo, no puedo. Tal vez mañana me arrepienta de haberte escrito esta carta, pero quería desearte un feliz día de San Valentín.

Doblé la carta y no pude evitar que una leve sonrisa se dibujara en mis labios.

—Buenos días —dijo Alex, apoyándose en la taquilla de al lado—. Te veo muy contenta esta mañana, ¿ha pasado algo?

—Acabo de leer tu carta —respondí mostrándole el sobre rojo que tenía en la mano.

—¿Mi carta? —Alex me miró confuso, pero la expresión de su rostro cambió rápidamente—. Ah, cierto, mi carta. ¿Te ha gustado?

—Sí. Feliz San Valentín. —Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.

Cerré la taquilla y nos dirigimos a la puerta principal.

—¿Tú escondes algún secreto? —le pregunté, refiriéndome a lo que había escrito en la carta.

—¿Qué?

—Nada, déjalo.

Salimos al exterior y nos reunimos con mis amigas, que se encontraban sentadas en las escaleras.

—Hola, chicas. Feliz San Valentín —dijo Alex cuando llegamos a su lado.

Harper y Erika le respondieron con una sonrisa.

—Nos vemos mañana. —Alex se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla antes de marcharse.

—¿Alguna novedad con Alex?

—Ninguna. ¿Nos vamos? —Las dos asintieron a la vez y se levantaron del suelo de un salto.

De camino a la pizzería, Harper nos comentó que había recibido cartas de varios admiradores secretos.

—Yo también he recibido una carta.

Mis amigas se detuvieron y me exigieron explicaciones. Al principio, pensaba que la carta era de Alex, pero ya no estaba tan segura. Tal vez la había escrito otra persona. Saqué la carta del bolsillo pequeño de mi mochila, y se la entregué a mis amigas.

Tras terminar de leerla, Harper abrió la boca sorprendida y Erika asintió con la cabeza, como si ella supiera quien había escrito la carta.

—¡Qué fuerte! ¡Tienes un admirador secreto! —Harper me devolvió la carta y la guardé para que no se perdiera.

En cuanto entramos, un aroma a pizza inundó nuestras fosas nasales y comprobamos que el local estaba a rebosar de gente. Habíamos hecho bien reservando una mesa con antelación.

De camino a nuestra mesa, nos encontramos con varias parejas y con algunos compañeros de clase que también habían decidido ir a celebrar San Valentín allí.

—¿Vas a investigar quién es tu admirador secreto? —me preguntó Erika.

Mientras preparaban la comida, saqué la carta de la mochila para analizarla con detenimiento.

—Por lo que pone en la carta, solo dos personas pueden haberla escrito, Alex o... —Me callé al darme cuenta de quién podría haber escrito la carta.

Ahora todas las piezas encajaban en mi cabeza. ¿Cómo había podido olvidar la letra de Dylan? Fue mi compañero de mesa un año entero y la letra de esa carta encajaba perfectamente con la suya.

—¿Quién? No puedes dejarnos así.

—¿Y si la ha escrito Dylan?

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora