39 | Madison

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—¡Empezamos en cinco minutos! —dijo Tom, desde la puerta de los camerinos

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—¡Empezamos en cinco minutos! —dijo Tom, desde la puerta de los camerinos.

Al mirarme en el espejo apenas pude reconocerme. Mia tardó casi una hora en trenzar mi largo cabello y en maquillarme. También me ayudó a ponerme el vestido color crema de la primera escena.

—Mia, no puedo salir al escenario.

Nuestras miradas se encontraron a través del espejo y ella me sonrió.

—Todo va a ir bien, ya lo verás. —Me abrazó por detrás y me dio un beso en la mejilla.

No consiguió quitarme los nervios, pero le agradecí el intento.

Salimos de los camerinos y Mia me acompañó hasta los bastidores. Allí nos encontramos con Alex y Tom, que estaban ensayando la primera escena por última vez antes de salir al escenario.

No pude evitar fijarme en la ropa que llevaba puesta mi compañero de escena: Una chaqueta y unos pantalones rojos, muy ceñidos, y unas botas altas negras que le quedaban muy bien.

—Aquí está mi Julieta. —Tom posó su mano en mi espalda y me guio hacia donde se encontraba Alex—. No tenéis de qué preocuparos. Lleváis mucho tiempo ensayando la obra y va a salir todo genial, ya lo veréis.

Los dos asentimos antes de reunirnos con nuestros compañeros en el escenario.

Me acerqué al telón cerrado y lo aparté un poco para echar un vistazo a la zona de butacas. La mayoría ya estaban ocupadas, aunque aún quedaban huecos libres.

Visualicé rápidamente a mis amigas, a mi madre, a Will y a Dylan en las butacas que había reservado para ellos. Respiré hondo, aliviada de verlos a todos y me reuní de nuevo con mis compañeros.

Formamos un círculo y todos extendimos nuestras manos en el centro mientras escuchábamos como Tom nos dedicaba unas palabras antes de empezar.

—¿Estás lista? —me preguntó Alex.

—Sí.

Mi primera aparición en la obra fue en el acto dos y en cuanto terminó, tuve que ir corriendo al camerino a cambiarme de vestido. Mia me ayudó a ponerme el vestido rojo para la escena del baile de máscaras y me cambió rápidamente el peinado por un recogido más elaborado.

El diálogo de la escena del jardín lo había ensayado tantas veces que me lo sabía prácticamente de memoria. Estábamos haciendo un gran trabajo todos y por fin el esfuerzo de tantos meses había quedado reflejado.

La escena final llegó.

Me tumbé en el suelo, sobre una manta blanca, y esperé a que el telón se abriera para cerrar los ojos.

Alex entró en escena junto a Luca, quien interpretaba al Conde París. Ambos comenzaron una lucha que terminó ganando Romeo. Luca se tiró al suelo y Alex se acercó al lugar donde me encontraba.

Cogió el frasco lleno de zumo de manzana que estaba a mi lado, en representación del veneno que bebió Romeo, y se lo tomó de un trago.

—¡No, amado mío! ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te fuiste sin mí?

—Sera mejor que te apartes, Julieta.

—No me apartare de él. Me iré con él, y lo amaré hasta morir. Él y yo somos libres de amarnos, y nos amaremos por toda la eternidad.

Metí la daga de atrezo en el hueco de mi brazo, debajo de la axila, y me dejé caer al lado de Alex.

De pronto, el salón de actos se llenó de aplausos.

Nos incorporamos y salimos a saludar, con el resto del elenco. Los aplausos no cesaron hasta que se cerró el telón.

—¿Podéis acercaros, por favor? —Nos pidió Tom e hicimos un círculo a su alrededor—. Quiero felicitaros por vuestro trabajo, todo ha salido tal y como esperábamos. La obra no hubiera sido posible sin ninguno de vosotros, por eso también quiero agradeceros vuestra participación. Os deseo lo mejor a todos y espero que nos volvamos a ver pronto.

—Espera un momento, tenemos algo para ti. —Mia le entregó un ramo de flores como agradecimiento de nuestra parte.

—¡Menudo detalle! Gracias.

Antes de reunirme con mi madre y mis amigas, entré en el camerino para cambiarme. Me quité el vestido y me puse la ropa con la que había venido.

—¿Se puede? —preguntó mi madre llamando a la puerta.

—Claro.

Me incorporé y recibí el abrazo de mi madre. Detrás de ella, entraron Erika y Harper.

—¡Has estado genial! —gritaron las dos a la vez.

—Gracias —les respondí, sonrojada.

—No sabía que tenías tanto talento —añadió Will.

—Yo tampoco —bromeé.

—Bueno, vamos a dejar que termine de arreglarse.

—¿Os apetece celebrarlo donde siempre? —le pregunté a mis amigas.

Las dos asintieron y fueron arrastradas por mi madre hasta la puerta. Will la cerró tras de sí y me quedé sola. Terminé de quitarme el maquillaje y recogí mis cosas antes de salir.

En el pasillo, me encontré con Dylan. Estaba apoyado contra la pared con la mirada perdida.

—¿Dylan?

Nuestras miradas coincidieron, pero él no mostró ningún tipo de reacción.

—Has estado muy bien, enhorabuena.

—Gracias. —Le mostré una sonrisa.

Se separó de la pared y comenzó a caminar hacia la salida. Le seguí por detrás y estuvimos en silencio hasta que nos reunimos con nuestros padres y mis amigas.

—Nosotras nos vamos a celebrarlo. ¿Te apetece venir? —le pregunté a Dylan.

Negó rápidamente con la cabeza y escondió las manos en los bolsillos delanteros del pantalón.

—Tengo cosas que hacer, pero pasarlo bien.

No quería parecer decepcionada delante de ellos, así que asentí con la cabeza como si no me hubiera importado que rechazara venir con nosotras.

Intenté disfrutar del resto de la noche junto a mis amigas, pero no podía dejar de darle vueltas a una cosa. Después de nuestro beso en la fiesta, pensé que había esperanza de que lo nuestro volviera a ser como al principio, pero volvía a estar frío y distante conmigo.

¿Estaba haciendo bien al volver a abrir mi corazón al chico que no se lo pensó dos veces antes de rompérmelo una vez?

No temas al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora