Ella el como el sol.
Ella era como la luna.
Park Chaeyoung decide mudarse con su mejor amiga para vivir el sueño de la gran cuidad, dejando a un lado la vida aburrida e insignificante del campo para estudiar su carrera soñada en la amplia Seúl.
Pero...
Cinco años después, Rose se encontraba en el comedor con quién creía qué era su hermano, aquellos años en los que había vivido una mentira, odiaba estar en ese lugar, pero aquél lugar era el qué su hermano hacía qué llamará su hogar, había estudiado en una escuela diferente haciendo nuevos amigos también, y si no estaba fuera de casa, las mujeres de servicio cuidaban de ella en casa.
Había descubierto muchas cosas en esos años, su hermano era un mafioso y un narcotraficante, y digamos que no lo supo de la mejor manera.
La tristeza la inundaba como nunca, se sentía incompleta, infeliz, tenía miedo y mucho para ser sinceros.
Se levantó de la mesa con la mirada baja antes de hablar por primera vez desde qué habían comenzado su comida.
—Hermanito... —llamo la atención del mayor el cual volteó a verla.
—¿Dime Ji-hyo? —respondio alzando una ceja.
—Baekhyung me invitó a salir mañana después de la escuela, así qué ¿Puedo ir? —pregunto.
—Ah... Claro, sólo no vuelvan tarde.
La menor asintió con una sonrisa en sus labios antes de subir segundos mas tarde las escaleras que daban hacia arriba.
Baekhyung habia sido su mejor amigo desde qué había ido a aquel lugar, era algo así como su lugar seguro, alguien a quien podía acudir en cualquier momento cuándo se sentía sola, triste, o demás. Había sido una persona muy importante ahora en su vida, a pesar de no poder recordar su infancia por cierto modo, agradecía tener a alguien como el a su lado.
Horas más tarde, ambos estaban al otro lado de la cuidad sentados en una cafetería mientras reían a la par por algo que anteriormente había dicho Baekhyun.
La campana de la puerta tintineo indicando que alguien había entrado, no le prestó mucha atención y tomo un sorbo de su café cuando las risas pararon.
—Un café con hielo, por favor —pidio la chica qué se sentaba al lado de Rose en la barra mientras pasaba sus manos por su cara, se veía exhausta, y un poco malhumorada por alguna razón.
El mesero inmediatamente atendió su orden trayendo el café qué pidió la chica, agradeció cuándo la tasa fue dejaba frente a ella antes de tomar un sorbo de ella.
—Baekhyung ¿Me compras una tostada? —pregunto la menor haciendo qué la chica a su lado inmediatamente volteara a verla incrédula.
—Conozco tú voz —hablo la chica inmediatamente recuperando su postura normal viéndola fijamente —. ¿Roseanne?
La menor volteó su rostro hacía la chica quien acababa de hablarle, en éste era claro la confusión.
—Disculpa, creó qué te estás equivocando de persona, no conozco a alguien llamada Roseanne —Aclaro.
—Por supuesto que no, te reconocería en donde fuera Rose —la nombrada frunció levemente el ceño poniéndose de pie.
—¿No entiendes? Yo no soy Rose, mi nombre es Ji-hyo ¿Podrías dejarme en paz de una vez? —se levantó de el asiento tomando la mano de Baekhyun antes de salir completamente enfadada de el lugar.
Por su lado, la contraria estaba completamente sorprendida por su reacción.
—¿Jennie, te encuentras bien? —pregunto Jong-in acercándose a la nombrada a quien había estado esperando afuera.
—Kai, se que sonará imposible después de qué la policía la hubiera declarado muerta pero... Creó que Rose aún sigue con vida.
Los ojos se el contrario se abrieron con sorpresa.
—Jennie, eso es una locura, la policía la buscó por doquier, lo declararon como un homicidio, fuimos a su funeral, creo qué aún estás un poco afectada —trato de tomar su mano pero está la alejo bruscamente.
—¡Yo se lo qué vi, No estoy loca! —las miradas de varias personas qué se encontraban en el lugar se posaron en ella observándola fijamente antes de que se marchara del lugar prácticamente huyendo sin rumbo alguno.
Era loco creer qué alguien estaba vivo después de qué una investigación policiaca la hubiera declarado como muerta en un homicidio de alguna clase de asesinó en serie, estudiaron la sangre qué había en la escena del crimen y la determinaron cómo la de Rose, pero ni las cámaras de seguridad pudieron ver algo, era como si ya no hubiera rastro de su existencia hasta ahora.
Podían decirle demente, qué estaba loca y demás pero ahora que la había visto no podía simplemente dejarlo así, la buscaría de nuevo completamente sola.
En ese momento, una mínima esperanza la invadió.
Podía encontrarla.
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