Ella el como el sol.
Ella era como la luna.
Park Chaeyoung decide mudarse con su mejor amiga para vivir el sueño de la gran cuidad, dejando a un lado la vida aburrida e insignificante del campo para estudiar su carrera soñada en la amplia Seúl.
Pero...
Las risas aún se escuchaban en mi cabeza por las mañanas, las caras de mi pasado llegaban a mi como si de alguna clase de bomba se tratase.
Cada uno de los recuerdos qué por tantos años traté de olvidar, reprimir dentro de mí y guardarlos perdiendo la llave desde aquel día en la fiesta donde todo acabó para mí.
Después de ese momento mi vida se volvió un desastre, entre en un estado pasajero de depresión el cual hizo qué me detuviera y que no pudiera avanzar por un tiempo pero gracias a mis estudios avanzados pude conseguir trabajó en un hospital como doctora. Si, estudie medicina aquellos años qué estuve con Sunoo, logré graduarme y conseguir un doctorado y ahora es a lo que me dedicó.
Algo qué fue duró al inicio, pero agradezco haberlo hecho.
Después de haberme apartado de Lisa salí de la vida de Jennie, Jisoo y todos mis anteriores amigos, excepto de Jungkook quien trabaja en el mismo hospital que yo por pura casualidad. Fue un alivio qué me allá apoyado con mi decisión de apartarme de Lisa, y al menos el tubo más suerte qué yo con el amor.
Actualmente está con Kim Taehyung, un viejo compañero en la universidad, qué a pesar de las diferencias que tuvieron volvieron a estar juntos después de todo.
—Rose —hablo una de las enfermeras sacándome de mis pensamientos, dirigí mi mirada a Irene y ella suspiró —. El café.
Sentí el líquido caliente recorrer mi piel y solté un pequeño quejido de dolor dejando el vaso de café desbordado a un lado.
—Ahg, duele —me quejé viendo en mi mano una pequeña quemadura hecha por el café, definitivamente en la noche dolería más.
—Debes tener más cuidado, si no fuera por mí te acabas el café y te quemas mucho más —puso sus ojos en blanco.
—Oh, vamos, no soy tan despistada como para ni darme cuenta.
—Si lo eres —la voz de Jungkook se unió a la conversación tomando un vaso de café mientras soltaba un pequeño bostezo.
—¿Amanecimos molestos, eh? —me burle un poco y con unas servilletas traté de limpiar un poco antes de tomar mi vaso y tomar un poco de él.
—Roseanne Park, es que tu no cambias —solto una pequeña carcajada negando varias veces con la cabeza y por instinto le pegué ligeramente en la cabeza.
—Malo —lo regañe frunciendo ligeramente el ceño.
Ambos se rieron de mi y yo solo me crucé de hombros con indignación ante aquello.
—¡Roseanne! —escuche a una de las enfermeras llamar a mi nombre.
—Bueno, al parecer mi hora a llegado.
Caminé rápidamente hasta donde se encontraba el paciente en la camilla mientras las enfermeras me ayudaban a mover la camilla hasta una de las habitaciones.
•••
Me dirigía directamente al cuarto de descansó completamente agotada, había pasado dos horas completas en él quirófano gracias al paciente qué había atendido anteriormente.
Entré directamente a éste recostandome en una de las camas qué allí estaban boca abajo cubriendo mi cara con la almohada.
Estaba realmente agotada, quería dormir por horas pero al parecer mi cuerpo no estaba de mi lado pues mi estómago comenzó a rugir.
Ah si, el almuerzo.
Había olvidado por completo almorzar, o más bien según yo no tenía hambre y podía aguantar hasta la noche al llegar a casa, pero no, definitivamente no podría.
De mala gana me levanté y salí de la habitación de descanso para ir a buscar aunque sea algo para comer en las máquinas expendedoras, prefería comer eso antes que la comida del hospital, no me gustaba demasiado así que estaría bien con algunas chucherías.
Me acerqué a una de las máquinas expendedoras y compre algunas cosas de ella, abrí las papas y vi a alguien pararse a mi lado y comprar algo en la camina también.
Curiosa, dirigí mi mirada a aquella chica atragantandome inmediatamente con las papas qué había comido.
Mierda y más mierda.
Huye, huye, huye.
—Hey ¿Estas bien? —escuche su voz.
Tragame tierra y no vuelvas a escupirme, asentí ligeramente con la cabeza volteando evitando qué me viera directamente a la cara.
—¡Rose! —escuche a alguien llamarme y acercarse a mi.
¿Alguien sabe cómo puedo desaparecer de la faz de la tierra en tres segundos? Porque eso me ayudaría un montón.
Logré ver el cuerpo de la chica de cabellos marrones qué permanecía a mi lado tensarse ante la mención de mi nombre.
—Aqui estás estuve... —su mirada se dirigió a la chica quien estaba a mi lado —. ¿Necesitas algo?
—Ah... Si... Firme mi contrato hace un par de días y necesito hablar con el jefe unos asuntos qué quedaron pendientes.
No aguante más y simplemente me alejé escuchando un pequeño sollozó detrás de mí antes de que pudiera salir corriendo lo mas rápido qué pude hasta la sala de descanso encerrandome allí adentró.
En estos días puedes arrepentirte de existir sin siquiera dudarlo.
El pensar qué todo iba bien fue un error, algo que por un lado sabía que no duraría demasiado tiempo para ser sinceros.
—¿Rosie? —escuche la voz de Jungkook adormilada mientras el se sentaba en la cama frotando sus ojos con sus manos hechas puños.
No aguante más y me tiré a sus brazos explorando en llanto, el sólo correspondió tratando de calmarme.
—¿Que paso Rosie? ¿Estas bien? —pregunto con evidente preocupación.
—Lo arruine Jungkook... Esta aquí.
—¿Quien está aquí?
—Lalisa Maboban.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.