t h e n t y t h r e e

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Narrador Omnisciente

Los altos hombres del servicio de mudanza sacaban caja por caja de el camión en donde habían traído las pertenencias de las chicas que se encontraban adentro. Lisa, supervisaba todo desde la ventana mientras que Rose solo estaba sentada en la encimera de la cocina tecleando en su celular, bueno, digamos que no era suyo del todo. Tras su llegada a la casa Manoban su celular había desaparecido al empacar todo, no le tomo mucha importancia ya que probablemente pudo haberlo empacado en una de las cajas por accidente, y luego de varias horas Lisa la convenció de que ella le compraría uno nuevo para que no se aburrirá en el transcurso del viaje y pudiera hablar tranquilamente con su madre quien se hallaba aún en aquel pequeño pueblo donde se había criado. Era gracioso ver a su madre luchando por encender las video llamadas que esta le hacía aveces pero le alegraba profundamente que su familia estuviera a salvo y tranquila en su hogar.

Bajo de la encimera y dejo su celular allí para ir a ver como iba la mudanza, era una casa no tan grande pero si con demasiada seguridad, sería un milagro que alguien entrará allí sin ser descubierto ya que aquello no era posible. Se detuvo en la puerta de la casa viendo a la pelinegra darle indicaciones a los muchachos del servicio de donde dejarían las cajas, la mayoría ya se hallaban adentro igual que varias personas más encargadas de poner los muebles nuevos en su lugar al igual que todo. La casa estaba amoblada, si, pero la familia de Lisa decidió cambiar todo para adaptarlo más al estilo de ambas y que pudieran estar cómodas viviendo juntas en ese lugar. La pelirosa comenzó a jugar con el anillo de su dedo, el que fue dado por el compromiso entre ella y la pelinegra, eran tan solo simples anillos de plata los cuales usarían hasta el día del compromiso con toda la familia, ofrecerían una fiesta en conmemoración a aquel compromiso siendo la misma fiesta en donde darán la maravillosa noticia.

Los padres de Rose al igual que su familia y la de Lisa aún no sabían nada sobre el compromiso entre ellas dos, era difícil ocultar algo como eso con toda tu familia pero debían ser pacientes y esperar hasta que llegara el día de la fiesta para poder compartir tan importante noticia.

—Lisa —llamó la peli rosa captando la atención de su mayor —. Ya es demasiado tarde y no hemos comido nada aún.

—¿Tienes hambre? —pregunto de manera directa. La peli rosa se sonrojo levemente ya que su vergüenza por decirlo directamente era mucha así que solo asintio jugando nerviosamente con el anillo de su dedo.

Lisa sonrio ampliamente entró a la casa saliendo con una de las mujeres que estaban dentro, susurro algo a su oído y la mujer asintio antes de tomar su puesto de antes para indicar a los trabajadores.

Lisa se acerco a ella con una sonrisa en su rostro —. Vamos, hermosa.

Oh mierda, su rostro había comenzado a arder lo cual sólo significaba que se había sonrojado al ser llamada así por Lisa, su corazón se aceleró demasiado, incluso podía jurar que sus latidos eran completamente audibles ante los oídos de la contraria  asiendo de su sonrojo se notase un poco más.

Lisa había tomado su mano y la había llevado hacia un automóvil de color negro, hizo un par de señas en dirección a dos guardias que se encontraban cerca y abrió la puerta de el copiloto haciéndose a un lado.

—Las damas primero —Rose quiso reír ante aquella acción, se sintió como una adolescente de nuevo, sus mejillas volvieron a tornarse de color carmesí antes de subir al auto. Si, quizás aún guardaba un poco de odio hacia Lisa por haber intentado dañarla pero... Simplemente no podía estar molesta con alguien tan perfecta como ella.

Siguió con su mirada a Lisa quien rodeo el auto para subirse finalmente en el asiento del conductor del vehículo con una hermosa sonrisa adornando su magnífico rostro el cual parecía tallado por los mismísimos ángeles caídos del cielo.

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