EUPHORIA © #1 [✔️]

t h e n t y s e v e n

Narrador Omnisciente.

La luz se colaba a través de las cortinas iluminando el rostro de Roseanne, la pelirosa dormía tranquilamente cubierta por las sábanas blancas de la un poco –bastante– destendida cama. Habían prendas y algunas de las almohadas tiradas en el suelo a pesar de que se notaba que alguien trató de limpiar un poco el desastre. Entre abrió los ojos debido a la irritante luz comenzaba a iluminar con intensidad mientras que el cántico de los pequeños pájaros se habían presentes, algo adormilada todavía pasó sus manos por las sábanas sintiendo la suavidad de ellas entre sus dedos, volteo un poco para ver el el lado de la cama utilizado por su prometida impresionandose al notar que este estaba completamente vacío.

Se sentó con cuidado sobre la cama notando que solo vestía una camiseta gris lo suficientemente ancha como para que llegara hasta un poco más alla de sus muslos fácilmente. Estaba confundida, el sueño no le permitía comprender todo todavía, se sentía un poco confundida y perdida ya que sus párpados aún pesaban bastante. Giro su cabeza a su derecha viendo sobre el vuro el reloj digital que reflejaba la hora; 9:45 a.m marcaba el reloj en la pantalla. Tallo sus ojos con sus manos hechas puños y parpadeo varias veces tratando de acostumbrarse a la luz natural pidiendo distinguir de manera casi inmediata una pequeña bandeja dorada la cual tenía como contenido huevos revueltos con un par de tostadas con mantequilla y un par de salchichas revanadas en un plato, siendo así acompañados por una taza de café con leche el cual parecía ser recién hecho.

Tomó entre sus manos la taza blanca de porcelana la cual tenía el sello Manoban grabado en color dorado, el humo del café azotó su cara en cuanto dio el primer sorbo gimiendo de gusto debido a la exquisitez del café recién hecho, tal y como le gustaba. Dejó la taza de porcelana nuevamente sobre la bandeja, lo que no espero fue que en la bandeja hubiera una pequeña nota la cual estaba doblada a la perfección y colocada elegantemente en una de las orillas, "Ábreme" tenía escrito la nota resaltado en color dorado. Valla que esa familia no se tomaba ningún detalle a la ligera.

Entre sus finos dedos tomó el delgado papel y lo abrió percibiendo inmediatamente la hermosa caligrafía a mano de Lisa en la hoja de papel.

"Amore mio. Tuve que salir a visualizar algunos detalles que salieron mal en la nueva sucursal de la empresa Manoban, te deje listo el desayuno al igual que la tina tal y como te gusta, volveré pronto pero cualquier cosa no dudes en llamarme, Ryujin se encargará de ti mientras yo no estoy. Te amo."

Firma; Lalisa Manoban.

Roseanne sintió sus mejillas comenzar a arden debido al fuerte sonrojo que invadía estas. Si. Lisa podía llegar a ser una persona malditamente cortante, cruel y demandante algunas veces. Pero valla que cuando se lo proponía lograba robarle el corazón una vez más a la pequeña peli rosa como tal cual como lo había hecho en su juventud cuando ambas asistían a la universidad, aquellas palabras tan atentas y consideradas definitivamente eran demasiado para el pequeño y se sensible corazón de Rose.

Solo quedaba aún un misterio, ¿Porque la habitación estaba tan desordenada? Lisa solía ser muy estricta sobre el orden en la habitación cuando se trataba de ella a pesar de que los empleados de servicio eran los que mayormente hacían el trabajo, y recordaba la habitación completamente limpia la última vez que la vio... Aunque...

—¡No puede ser! —exclamó con sorpresa Roseanne. Finamente había logrado entender todo lo que pasaba y para ser verdad era bastante lógico debido a las señales.

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El día anterior Rose decidió quedarse sola en casa, era día libre para los empleados y la verdad no tenía problema alguno con aquello. Los lujos jamás fueron algo de lo que estuvo acostumbrada, preferiría ella misma atender su hogar y hacer los deberes de la casa antes de que otra persona lo hiciera. En busca de una manera en la cual entretenerse Rose decidió ir a la cocina y hornear un pastel de vainilla con fresas fresca tal y como lo hacía su madre cuando estaba en el campo pues a parte de la granja familiar su madre dirigía una pequeña tienda de dulces caseros, y si algo sabía era que amaba los dulces que su madre hacía en aquella entonces y la última vez que fue al campo a visitar a sus padres su madre le regalo una copia escrita a mano de su libro de recetas. ¿Era hora de probar alguna, no?