Ella el como el sol.
Ella era como la luna.
Park Chaeyoung decide mudarse con su mejor amiga para vivir el sueño de la gran cuidad, dejando a un lado la vida aburrida e insignificante del campo para estudiar su carrera soñada en la amplia Seúl.
Pero...
— Si no tienes cuidado te caerás. — Lisa, estaba sentada en un pequeño sillón sosteniendo un libro entre sus manos observando como su prometida era medida de todos los ángulos posibles para hacer el vestido de la boda.
No sería nada muy pomposo, ya que Lisa se lo advertido a su madre, sin embargo aún así habían contratado a una de las mejores costureras para crear el vestido de boda de los sueños de su progenitora.
— Es fácil decirlo cuando no llevas media hora parada aquí. — Rose protesto haciendo un pequeño berrinche, la costurera y la madre de Lisa estaba en otra habitación buscando los tipos de tela que usarían para el vestido así que ambas estaban completamente solas.
— Es gracias a mi madre, no gracias a mi Rosie. — Corrigió con una sonrisa reflejada en su rostro mirándola burlona, era algo divertido verla haciendo prácticamente un berrinche por querer ir a casa. — Al menos agradece que pronto será la boda, ya no tendrás que preocuparte ni agobiarte con las decoraciones o por que centro de mesa resalta más con manteles blancos.
Cerro el libro entre sus manos y camino hacia su prometida tomándola de la cintura, Rose la miró embobada completamente perdida en su mirada, sus mejillas se habían pintado de un color carmesí obligándola a apartar la mirada.
— Supongo que es algo bueno. — Murmuró algo nerviosa debido a la distancia que había entre Lisa y ella. — Al menos después de tanto tiempo veré a mis padres de nuevo. — inconscientemente una sonrisa apareció en su rostro, la idea de reencontrarse con sus padres era algo que hacía que su corazón saltará de alegría, ¿Cuánto tiempo llevaba sin verlos? Solo sabía que eran muchos años, aunque dudaba que el resto de su familia estuvieran realmente feliz por ella, por ejemplo su tía, quizás estaba feliz pero solo sería por la reputación que Rose y toda su familia ganaría al emparejarse con la familia Manoban, era algo triste, pero al menos algo era algo. Miró a Lisa de nuevo a los ojos y soltó en un pequeño murmuró : — ¿Crees que mis padres realmente estén felices de que al fin encontrará con quien me siento feliz?
Lisa la miro sin saber exactamente qué responder, en un suspiro dijo : — Quizás. — Se encogió de hombros, pues ni siquiera sabía si sus padres estaban realmente felices referentes a su unión con Rose, quizás solamente todo esto era una nueva manera de que Lisa se viera obligada a tomar por completo la empresa como tanto soñaron alguna vez, las reglas eran fáciles; Si un Manoban llegara a casarse se vería obligado a tomar la empresa familiar en sus manos. Así que ni siquiera sabía eso sobre sus padres, y aún no lograba conocer a los padres de Rose sin embargo también pensaba en que tipo de padre no estaría feliz por el matrimonio de su hija, en especial si es su única hija. — Puede ser que lo estén Rosie, ellos te aman, dudo mucho que no estén felices si tu estas feliz. Desde que me contaste que tu madre te dejó venir a la cuidad solamente porque ese era tu sueño puedo imaginar que clase de persona es, ninguna madre que quisiera la felicidad de su hija no dejaría que fuera feliz al cumplir sus sueños, ¿Acaso si sufrió tanto por ti en aquella entonces con tal de verte feliz no estaría feliz de verte con una persona quien te trae a ti felicidad? Solo... Pienso en que así sería.
Sin darse cuenta, los ojos de Rose estaban cristalizados, aquella fina capa de lágrimas en sus ojos las cuales amenazaban con correr por sus mejillas, su mirada se dirigió a otro lugar por un momento, perdiéndose en algún punto de la habitación.
Estuvieron ahí durante un rato, en silencio y sin hacer absolutamente nada.
De repente, los brazos de Rose la envolvieron aferrándose a su cuerpo en un fuerte abrazó, y en un débil murmuró logró escuchar : — ¿E-enserió crees eso? — Volvió a mirarla a los ojos, algunas lágrimas caían por sus mejillas haciéndola ver delicada cual porcelana, con mucho cuidado correspondió al abrazo de manera lenta, como si tuviera miedo de romperla.
— Por supuesto que creo eso, cariño. — Dejo un beso sobre su frente antes de que Rose hundiera su rostro en su pecho tratando de ahogar los pequeños sollozos que amenazaban por hacerse más fuertes.
Mamá... ¿Realmente estará orgullosa de mi? O quizás no querrá que yo me case con Lisa.Su mente la traicionaba, obligándola es pensar en ello, haciéndola dudar de su decisión de casarse con Lisa no sólo por su felicidad, si no también para proteger a todos aquellos quienes alguna vez llamó, y aún llama familia
Lisa dejaba pequeñas caricias en su espalda tratando de consolarla, solamente esperaba que la madre de Lisa no entrará en aquel momento, de verás necesitaba estar a sola un momento con Lisa.
Fue alzada y cargada hasta uno de los muebles, terminó sentada sobre el regazo de Lisa abrazándola completamente aferrada a su cuerpo, tanto que creía que nadie podría separarla de ella durante largos minutos. Siempre hacía aquello cuando se sentía impotente, o triste así que poco le importo el que se aferrara s ella hasta que lograse calmarse o recomponerse de aquellos pensamientos que engañaban a su mente de una cruel manera.
Lisa tuvo una idea, era como si un pequeño foco alumbrara su cabeza, quizás rato después se arrepentiria de esto pero no tenía otra opción, miro hacia los lados asegurándose de que nadie estuviera en la habitación.
Con delicadeza envolvió en cuerpo de Rose con uno de sus brazos, mientras que con el otro acaricia su cabello, en voz baja comenzaba a cantar una canción suave, sus brazos poco a poco se aligeraban, poco a poco Rose se calmo, recostando su cabeza en su pecho con sus ojos cerrados, sin darse cuenta, Rose cayó en la inconsciencia entre los brazos de la pelinegra, quien aún la mimaba y cantaba una hermosa canción que Rose poco conocía.
La madre de Lisa las veía a la distancia perpleja, ella jamás había visto a su hija actuar de esa manera con alguien más, siempre había sido tan fría con quienes lo rodeaba, llegaba hasta incluso impactarle un poco.
— Señora Manoban. ¿Usted está segura de que-? — No pudo terminar, pues ella interferio.
— No te preocupes por nada, Song sun. — Miró a la costurera antes de suspirar. — Yo me encargaré de esto, este no es tu problema.
Song Sun solamente pudo apretar sus labios para evitar decir algo. — Si mi señora.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.