Niño mimado

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—Hola, ¿señor Sakurayashiki? ¿Cómo se encuentra Kaoru? —preguntó Nakamura por teléfono.

Kaoru está bien, aunque todavía parece que sus hormonas no quieren terminar de calmarse —respondió Daisuke—. Tal vez en un par de días más ya puedan regresar todos.

—Entendido. Seguiremos en contacto.

La llamada finalizó y Nakamura se dirigió hacia la sala donde el equipo estaba reunido esperando indicaciones.

Habían pasado ya cuatro días desde que habían abandonado la mansión y las noticias que recibían todos los días terminaban en lo mismo: Kaoru seguía inestable y no podían calmarlo. Muy a sus adentros, Kojiro sabía que Kaoru se había regalado unas vacaciones a sí mismo y a él toda la situación no le parecía más que el berrinche de un mocoso que no quería que le dijeran qué hacer. Era muy extraño, porque ni siquiera Yoshimura ni su equipo podían acercarse tampoco a la zona, por supuesto, era entendible, pero con toda la cantidad de especialistas que se la habían pasado todos estos años estudiando a Kaoru, nadie podía encontrar qué era lo que le estaba ocurriendo ahora. El peliverde estaba tratando de unir algunas piezas porque la historia no le cuadraba: Kaoru se veía de lo mejor la última vez que lo vio, minutos antes de evacuar de la casa, ¿cómo es que nadie se daba cuenta de que él estaba armando todo? ¿Y cómo es que nadie tomó en cuenta el que probablemente alguien más había liberado sus feromonas cerca del pelirrosa y obviamente eso tendría algún efecto? La explicación no le llegaba, así que se concentró en aparentar lo mejor posible en que no sabía nada, tal y como todos los demás.

—Muchachos —dijo Nakamura al entrar a la sala—, el joven Sakurayashiki todavía se encuentra en malas condiciones. Su padre me indicó que probablemente en unos dos días podremos regresar, así que habrá que esperar.

El campo de entrenamiento se encontraba en un lugar a las afueras de la zona urbana de Okinawa, cerca de donde Kojiro solía vivir con su padre. Como no tenían nada que hacer hasta poder regresar con Kaoru, Kojiro pidió ir a visitar a su padre por un momento, ya que hacía un par de meses que no lo veía.

Se sintió extraño al llegar a casa después de tanto tiempo, incluso había dejado de sentirla como lo que había sido su hogar en la niñez.

Aún tenía las llaves de lugar, así que se le hizo fácil abrir y entrar. Lo primero que vio fue a su padre sentado en el sillón de la sala, quien puso cara de sorpresa al ver a su hijo.

— ¡Kojiro! ¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo? —preguntó el mayor.

—Todo bien. Tuvimos un percance y todo el personal tuvo que evacuar, pero está bajo control —respondió el peliverde.

El padre de Kojiro, Tetsuo Nanjo, era un hombre bastante alto y fornido, su cabello y ojos eran idénticos a los de Kojiro, aunque sus cejas eran notoriamente más gruesas y por ello todas sus facciones se veían más duras que las de su hijo. Además, el señor tenía una barba de candado que lo hacía ver todavía más diferente.

— ¿Cómo has estado? —preguntó Tetsuo.

—Bien —no era una mentira, pero tampoco le contaría por completo la razón—. Ha sido algo difícil estos primeros días, pero nada fuera de lo esperado —esa sí era una mentira.

—Me alegra escuchar eso. Nakamura nos contactó a los padres para informarnos de su llegada a la residencia de los Sakurayashiki. ¿Cómo es el muchacho?

—Es muy... — casi se le escapa un "lindo" —No sé cómo decirlo.

—Me imagino que describir a alguien como él es complicado, después de todo, está muy por encima de lo esperado.

Proyecto Sakurayashiki || OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora