Te extraño

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Después del incidente en la escuela, Kaoru tuvo que estar en muchas revisiones. Sus pruebas habían indicado que había tenido una disminución en la potencia de sus feromonas, pero casi sometió a todo un edificio entero en cuanto las liberó. Si ese era su nivel recesivo, ¿cuál era entonces su máximo poder?

Por otro lado, Kojiro se había reunido todos los días con Yua en su casa para terminar sus trabajos pendientes y no atrasarse.

Todavía no regresaba a la mansión, y por consiguiente no sabía cuál era la situación con Kaoru en esos momentos, pero esperaba que no le sucediera nada malo.

Durante las noches, el pelirrosa había tenido que aumentar sus dosis de la medicación para dormir.

No podía dormir de forma natural sabiendo que había lastimado a tantas personas. Se sentía como un ser horrible que estaba verdaderamente siendo un arma, y eso era algo que odiaba con todo su ser.

Pero odiaba más aún que Alan lo hubiese provocado tan fácil. No sabía qué planeaba, pero definitivamente notaba que el argentino sospechaba algo y lo había usado en su contra.

Kaoru no valoraba lo suficiente su vida como para buscar dedicarle un enojo tan fuerte a alguien que por supuesto que no lo merecía, pero el problema era que esa provocación había sido Kojiro.

Si al final su plan funcionaba y lograba terminar con su vida, le preocupaba lo que pudiera pasar con él. El peliverde podía meterse en serios problemas y eso era lo que menos quería, pues deseaba asegurarse de poder protegerlo de todo incluso cuando ya no estuviera.

Llegó el momento por fin de regresar a la escuela. El pelirrosa estaba cansado y los somníferos todavía no terminaban de perder el efecto.

— ¿Te sientes bien? —preguntó Gandhi, quien iba a su lado caminando en la entrada.

Kaoru solamente asintió.

El peliverde iba más adelante que ellos, por lo que pudo percatarse de su presencia de inmediato. Quería voltear y acercarse, pero no tendría ninguna excusa para hacerlo. Más allá de seguir trabajando para él, ellos dos ya no tenían ninguna otra relación.

—Buenos días —dijo Yua en cuanto lo vio.

—Hola —respondió Kojiro algo desanimado.

— ¿Te pasa algo?

El peliverde estiró el cuello hacia ambos lados. —Solamente estoy cansado. ¿Y tú? Te ves un poco pálida.

—No me siento muy bien que digamos.

— ¿Y entonces por qué viniste a la escuela?

—Solamente estoy aquí dos días. Sería demasiado irresponsable faltar uno.

— ¿Por qué hay gente tan necia, dios mío? Nada iba a pasar si faltabas un día.

—Te recuerdo que entramos casi un mes tarde. Me niego a seguir atrasándome por tonterías.

—Oye, tu salud no es una tontería.

Yua rodó los ojos y se dirigió hacia los baños de mujeres. Kojiro, por otro lado, siguió su camino hasta su salón. David y Suha lo rodearon con un brazo en cuanto lograron alcanzarlo, cada uno por un lado.

— ¡Oh, pero qué bueno verte! —dijo Suha— ¿Por qué no nos esperaste?

—Hasta donde tengo entendido, no podemos levantar sospechas de que once personas venimos juntas exactamente los mismos días —respondió el peliverde.

—Como si la gente prestara atención a eso —dijo David—. ¿Cuándo vas a regresar con nosotros?

—Espero que no dentro de mucho. Tengo que esperar indicaciones del hospital todavía.

Proyecto Sakurayashiki || OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora